Amig@s: Antes que nada he de dar las gracias a todos los lectores y seguidores de mi blog que tantos ánimos y apoyo me han dado durante esta crisis en la que he llegado a plantearme dejar el blog. Os dedico a tod@s vosotr@s este post y muy especialmente a mi amiga Carmen, que le vendrá muy bien para tener bien sujetas a sus simpáticas perritas y que tiene un bonito blog. Os invito a verlo.
Como ya sabréis los que sois seguidores habituales del blog, tengo dos perros: uno grande y otro pequeño, éste de unos ocho kilos de peso.
Éste es todo un personaje: inteligente y con personalidad propia… y jamás ha aceptado un collar de cuello de los que se le suele poner a cualquier perro.
Se acostumbró de cachorro a llevar uno que lleva una correa por el cuello y otra por el pecho y es el único modelo que acepta.
El collar ha durado muchísimo tiempo, lleva con él seis o siete años… pero con el uso se ha rozado por la zona donde tiene la anilla para enganchar la correa y como podéis ver es urgente repararlo, porque está a punto de romperse por ahí.
Este collar lo hice yo, íntegramente. Y por tanto sé perfectamente el modo de repararlo: basta sustituir el trozo de cinta corto de la parte superior, el que va entre las dos anillas.
No merece la pena hacerlo entero porque lo demás está en perfecto estado, como el primer día.
Y comprar uno sería un poco complicado porque debería ser un modelo similar, con la cinta de la misma anchura y del mismo color –Personalmente, no me gustan los collares multicolores o de tonos chillones-.
Pero sí encontré en una ocasión en un bazar de todo a 0.60€ uno cuya cinta sí es prácticamente igual a la del antiguo y lo compré. El modelo no me gusta, pero sí que podemos aprovechar la cinta, anillas y enganche para reparar el viejo ¡Hasta podríamos confeccionarlo nuevo!
Lo primero es desmontar la pieza defectuosa del collar viejo. Os aconsejo que uséis un cúter afilado, lo metáis entre las dos piezas cosidas y mováis suavemente la cuchilla para cortar los hilos sin estropear la cinta.
Hacemos lo propio con el collar que compramos como repuesto, aunque tendremos que extremar las precauciones porque a veces no viene cosido, sino pegado.
En este caso vienen los trozos cosidos y podemos extraer fácilmente un trozo de un tamaño algo superior, pues ya que sé el punto débil del collar, vamos a reforzar esa zona para lograr que dure aún más.
El secreto está en colocar adecuadamente la pieza, sujetarla firmemente para que no se mueva y realizar un cosido correcto.
Yo no he recibido ningún cursillo de costura, pero me defiendo con estas pequeñas labores. Así que no tenéis excusa para no hacer vosotr@s también estas tareas, no hay que ser ningún profesional ni tener habilidades especiales. Veréis que es muy sencillo.
Tenéis que haceros con una aguja vieja –como veréis la mía está hasta doblada-; unos alicates pequeños para ayudarnos a pasar la aguja en zonas difíciles –también os puede servir un dedal- y un buen hilo.
En esta ocasión he usado hilo de nylon para coser, aunque el collar lo hice en su día con hilo de coser negro normal.
Pero vamos a aprovecharnos un poco de la tecnología y usaré este estupendo hilo: fuerte, flexible y transparente. Con él uní hace ya bastante tiempo las piezas despegadas del soporte del bidón de la bici y todavía sigue de una pieza…
Empecemos:
Debemos plantear el collar de modo que las uniones se vean lo menos posible. Si logramos que queden hacia abajo y de modo que no vayan a molestar al animal, mejor que mejor.
Yo he dejado un extremo hacia dentro y el otro por fuera muy cerca de la unión con la anilla del cuello, de modo que no le molestará, al contrario, eliminará el desnivel producido por dicha anilla, que engrosa el extremo de la cinta.
Otra clave del éxito es que las piezas se mantengan fijas mientras las cosemos.
Yo he usado unas pinzas de bricolaje pequeñas, pero también podéis usar las de fijar papeles, o pinzas para la colada, por ejemplo.
Una vez dadas las primeras puntadas, podéis retirar las pinzas y así no se os enredará el hilo en ellas.
La clave final es hacer un buen cosido. La unión hace la fuerza y ése es el único secreto para hacer bien el cosido: empezaremos haciendo un nudo en el extremo de los dos hilos –voy a ponerlo doble- que hará de tope y metemos la aguja entre las dos piezas a unir y las sacamos por una de las dos. Así el nudo queda por dentro, entre las dos piezas y no se verá.
El proceso es siempre igual, una vez sacada la aguja, la clavamos muy cerca del punto por donde ha salido, prácticamente por el mismo sitio y la metemos ligeramente inclinada hacia el sitio que nos interese.
La sacamos por el lado opuesto –si está muy duro nos ayudamos empujando con el alicate o con el dedal- y repetimos volviéndola a clavar por donde ha salido y con la misma inclinación de antes para ir avanzando. A más pasadas, el trabajo quedará más fuerte y duradero y como veréis las puntadas son prácticamente invisibles.
Yo he fijado primero la anilla redonda, la del cuello cosiendo las dos correas y el extremo que nos ha quedado.
Después he avanzado cosiendo el lateral de estas tres correas y he insertado la correa del pecho en su lugar. Manteniéndola bien perpendicular, la he cosido por un lado y he continuado avanzando por el borde hasta fijar la otra anilla, la de enganche. Tras fijarla bien ajustada, he continuado por el otro borde de la tira nueva y hemos llegado a la anilla original, la del cuello.
Finalmente, reforzamos haciendo hincapié en donde se cruza la correa del pecho con la corta que hemos sustituido.
Y ya tenemos el collar reparado.
Si vosotros queréis hacer un collar como éste, veréis que es muy sencillo, basta tener las medidas del animal y darle un poco más de longitud a las correas, porque es ajustable y así si el perro engorda con el tiempo –o adelgaza- podremos regular la longitud de las correas para que lleve siempre el arnés sin apretarle ni demasiado suelto.
Si no encontráis un collar como el que compré para usarlo de repuesto, podéis encontrar fácilmente en mercerías o talleres de reparación de calzado las anillas y enganches por poco dinero.
E incluso la correa la podéis conseguir de una mochila vieja, por ejemplo. Es una cinta muy, muy resistente, duradera y lavable. Una opción mucho más interesante que las clásicas correas de cuero, que no se deben mojar.
La única precaución que debéis tomar y que en este caso no sido necesaria por tratarse de una pieza que ni he tenido que cortar, es derretir ligeramente los extremos cortados para evitar que se deshilache la cinta.
Al ser de material sintético, se funden los hilos de la zona cortada y se quedan pegados.
Si os queda muy grueso, podéis aplastar el extremo derretido, aún caliente, entre dos cartones.
Además en muchas ocasiones veréis que los collares convencionales no sirven para vuestras mascotas porque los hacen de media estándar y a veces nuestro perro tiene un contorno de tórax de campeones o demasiado delgado y no le va bien.
De este modo, no habrá collar que se os resista.
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