Enfoscar
pared.
Ya
hemos tocado algún que otro post de albañilería… La verdad es que pocas cosas
no he tocado, pero la albañilería me encanta, pese a ser un trabajo duro por lo
pesado de los materiales y restos –escombros- del trabajo. Es muy agradecido.
En
este caso tenemos un muro antiguo. Se aprecia que la pared está muy suelta.
Pero no os asustéis, no
tendremos que recurrir a “nuestro vecino el albañil” que sin duda tendrá cosas
mejores que hacer, lo vamos a reparar nosotros mismos en un par de ratos y
quedará bastante aceptable.
Asi
que vamos a sanearla un poco, porque de poco serviría ponerle un poco de
masilla o de yeso en la superficie, ya que se desmorona.
Yo
voy a darle un acabado final rústico, sólo con la mezcla… Pero si deseáis un acabado
fino, bastaría con raspar bien la arena suelta que se desprenda de la capa de
mezcla ya seca, y dar una mano de acabado de masilla niveladora, yeso fino,
escayola… etc.
Es
muy importante que nos entreguemos a fondo a la tarea inicial de retirar todo
lo que esté suelto.
Podemos incluso repasar ligeramente las juntas entre ladrillos, que en este
caso son macizos, para ponerlo todo nuevo. De poco serviría echar una capa de
dura mezcla, si la base es débil y se desprende dejando la mezcla otra vez
suelta.
Yo lo he hecho con una picocha o alcotana, que viene a ser
como un pico de una sola mano y que evita tener que estar con la pesada machota
o maza y el cincel.
Vemos que hay que descarnar hasta llegar al ladrillo que
hay debajo y por lo tanto queda un hueco de cuatro o cinco centímetros de
profundidad, 120cm de alto y unos 55 a 60cm de ancho…
Yo
ya he adelantado el trabajo, pues no pensaba en principio hacer un post sobre
el tema y no tengo fotos del estado inicial de la pared, aunque os podréis
imaginar cómo estaba: la pintura se desprendía, junto con trozos de pared
convertidos en arena suelta… un desastre. Pero al descarnar la pared, pensé que
este tema os podría ser de utilidad y empecé con las fotos.
Dado
el grueso que precisa, deberíamos poner la mezcla al menos en dos sesiones, pues de lo contrario podría
desprenderse total o parcialmente y arruinarnos el trabajo. Tenemos tiempo…
Yo
he empezado usando un mortero seco que ya venden preparado para mezclar con agua; al que he añadido arena,
pues el mortero viene demasiado rico en cemento para mi gusto.
Y si bien quedará
más duro y el cemento ayuda a que la mezcla se adhiera mejor a la superficie,
lo cierto es que ahorraremos material y quedará una mezcla más suelta y mejor
ventilada.
Es
importante que antes de empezar a colocar la mezcla o mortero en la pared, que
mojemos previamente ésta. Podemos usar una esponja. Esto hace que el ladrillo
no rechupe enseguida el agua de la mezcla haciendo que ésta se seque demasiado
deprisa y se torne quebradiza e incluso que se desprenda de la pared al secar o
al poco tiempo.
Os
voy a decir alguna de las herramientas que he empleado:
El
palustre de amasar, que con su larga distancia entre la pala y el mango y la
forma de la pala, es perfecto para llegar a todos los recovecos del capazo para
amasar uniformemente.
El
palustre de enlucir, con el vástago más corto para poder poner la mezcla con mayor
fuerza y precisión y la pala más larga y fina.
La
llana o plana de acero, usada para aplicar directamente la mezcla con ella,
alisar la mezcla una vez puesta y como soporte para poner una pella de mortero
e ir tomando porciones con el palustre.
Y
la talocha, usada para el acabado final
Para
ponerla, yo coloco una porción de mezcla en una llana con el palustre de amasar
y con el otro más largo voy tomando de la llana y aplicándolo con presión a la par
que lo extiendo, de modo que se va amoldando a la superficie y va quedando
adherida a ella.
Es casi como untar mantequilla sobre una tostada, pero a lo
bestia, jejejeje.
Cuando a vayamos a poner otra paletada de mezcla, la
superponemos ligeramente a la anterior y así va quedando más o menos homogéneo.
Ojo, no hay que dejarlo liso, pues la rugosidad hace que la capa final se
adhiera mejor y con más fuerza. Ya habrá tiempo de alisar.
Como es inevitable
que parte de la mezcla se desprenda, podemos poner la llana debajo y así no
tenemos que estar recogiendo la mezcla del suelo. No obstante cuando ya haya
cierta cantidad en el suelo, sí que podemos recogerla, ponerla en el cubo y
amasarla de nuevo añadiendo unas gotas de agua.
También
podemos probar a aplicar la mezcla directamente de la llana a la pared, pero
suele desperdiciarse más y no nos garantiza que la mezcla penetre hasta el
fondo de todos los resquicios, como sucede con el palustre.
En
cualquier caso, deberéis adaptar el grueso que vayáis poniendo a la textura de
la mezcla que hayáis preparado: una mezcla muy líquida hará que no acepte mucho
grueso de una vez… Tampoco debe estar demasiado dura.
Tras
poner esta capa, descubro que algunos bordes que no había tocado están levantados
respecto a la superficie de la pared –Se ve que esta pared ya sufrió algún “apaño”
en su día y no demasiado afortunado, con lo que tengo que armarme de cincel y
machota y volver a sanearlos. Así nos quedará mejor, gastaremos menos mezcla y
será más sencillo, pese al trabajo añadido de dar machotazos.
Suelo
usar dos sistemas para la capa de acabado final. Una es poner unas guías que
nos permitan dejar una capa perfectamente lisa y pareja…
La otra es aplicar con
la llana de modo más o menos homogéneo y después emparejar y alisar con talocha
y esponja.
En este caso, he usado el segundo sistema, pero os explicaré
someramente el primero para que lo conozcáis también.
Para
lo primero, podéis haceros con unas gavillas de las usadas en construcción.
Para una simple capa de acabado podéis usar las más delgadas que encontréis, de
unos 8mm.
Yo tengo guardadas de varias longitudes y así me sirven para
cualquier trabajo que me surja y no tengo que andar recortando y después
buscando otras más largas cuando las necesite.
Os
diréis que estas gavillas son totalmente rugosas, y eso no es precisamente
bueno para lograr una superficie lisa…
Pero lo cierto es que si os fijáis, las
gavillas tienen dos líneas longitudinales sin rugosidades. Basta colocar estas
líneas hacia arriba y ya tenemos una estupenda guía.
Colocamos
en la pared una gavilla bien vertical y la fijamos con varios pegotes de
mezcla. Seguidamente colocamos otra a una distancia conveniente, unos 30 ó 40cm
está bien, a vuestro gusto. Yo uso la llana para retirar el exceso, y me interesa
una distancia inferior a la longitud de ésta. Si en vez de llana queréis usar
una regla de hierro, muy usadas en construcción, podéis adecuar la separación a
la longitud del mismo. Así avanzaréis más deprisa.
Pues
bien, relleno rápidamente con mezcla la zona delimitada por estas dos varillas.
Por supuesto, podéis poner todas las que deseéis a la vez… pero para el ejemplo
dos nos basta.
Entonces,
pasamos la llana apoyada en estas dos varillas. La llana cortará todo el exceso,
dejando una superficie totalmente lista y pareja.
Retiramos la varilla que ya
no nos sirva y la ponemos al otro lado para seguir rellenando. Los surcos que
dejan las varillas se pueden rellenar rápida y fácilmente, cuando la mezcla
empiece a fraguar, con el palustre.
Pero
en este caso –como os decía- voy a usar el otro método, porque es un trozo
pequeño y no me compensa usar las varillas. Si deseáis ver fotos y saber más detalles del método de
enfoscado con gavillas, en breve publicaré una entrada en la que preparé una
pared para colocar azulejos y usé justamente este sistema.
Así
que al día siguiente de dar la primera capa, hago una mezcla más ligera, para extenderla
en capas más finas, pues ya no queda por rellenar más que de 5 a 15mm según la
zona.
Pongo
una cantidad de mezcla en la llana
y aplico ésta contra la pared, al mismo
tiempo que voy oscilando a izquierda y derecha la llana, voy apretando la llana
manteniendo la parte superior algo más separada de la pared y desplazándola
hacia arriba, de modo que la mezcla se va depositando bien extendida en una
capa uniforme.
Siempre es conveniente montar ligeramente una capa sobre la
anterior, pues al ir terminándose la mezcla de la llana el grueso que deposita
en la pared es menor.
De
vez en cuando, vamos comprobando con una varilla o un palito bien recto, a modo
de regla, que estamos dando el grueso preciso. Basta colocar los extremos del
palito apoyados en los bordes de la pared que no hemos tocado y deslizarlo para
ver si nos sobra o falta relleno y si éste es uniforme.
De
hecho, si los bordes estuviesen perfectamente delimitados y rectos, podríamos
usar la misma regla para eliminar el exceso de mezcla… Pero éste no es el caso.
No importa demasiado si hay pequeñas
ondulaciones, pues de eso nos ocuparemos en el siguiente paso.
Aplicamos
la llana en movimientos circulares para alisar la superficie, ya que cortará
todos los bultos que sobresalgan.
Podemos
seguir con la talocha para alisar la superficie, para lo cual la
mojaremos con una brocha y lo aplicaremos en la zona enfoscada en movimientos
circulares y realizando una presión uniforme en todos los puntos, de modo que
va retirando el material que sobresale, dejándolo todo más uniforme.
Finalmente,
podemos pasar una esponja humedecida en
agua, que rellenará las zonas con huecos, dando un aspecto liso.
Eso sí,
dejará muchos granos de arena en la superficie, sobre todo si no habéis usado
una arena cernida muy fina para esta capa de acabado.
De
todos modos, os aseguro que esta parte de la pared no volverá a desprenderse.
Ya
solo queda esperar un día o dos, pasar un cepillo duro para retirar la arena
gruesa que ha quedado en la superficie y dar un par de manos de pintura.
Por
supuesto, si queréis un acabado más fino ya podéis recurrir a alguna masilla,
yeso fino, escayola o perlita.
Aqui podéis ver cómo ha quedado inmediatamente después de acabar de
dar la primera mano de pintura.
Cuando ésta secó, quedó de un blanco
prácticamente uniforme, aunque aún habría que darle otra mano más.
Pese
a ser un acabado más o menos rústico, el problema es que ahora dan ganas de repasar
el resto de la pared para dejarlo igual de uniforme, jejejeje.
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