martes, 9 de diciembre de 2014

Reparar mango de martillo. Mango de martillo roto. Sustituir mango de martillo. Repair hammer handle. handle hammer broken. Replace handle hammer. Manche de marteau de réparation. Remplacer poignée marteau.



Reparar o sustituir mango de martillo


Amig@s: hace mucho que tengo un martillo al que se le partió el mango cerca del hierro, aunque estaba totalmente nuevo. 

Realmente, no era un martillo caro, ni uno similar cuesta mucho, que ni siquiera era de marca… Pero para tenerlo tirado en un rincón del taller cogiendo herrumbre, me dije que bien podría hacerle un apaño para ponerlo en uso, que un martillo siempre viene bien.


Por otra parte, ya en otra ocasión fabriqué un mango para otro martillo que tenía sin mango, y no es nada complicado. Aunque entonces no saqué fotos ni preparé ningún post. 


Así que me he dicho que bien podría reparar éste y mostraros cómo lo he hecho.


En principio, pensaba utilizar el mismo mango partido, acortándolo. A fin de cuentas, un martillo con el mango corto también es útil y ocupa menos sitio para llevarlo de un sitio para otro. 

Sin embargo, he terminado por reemplazarlo. De modo que esta entrada os valdrá tanto si queréis aprovechar el viejo mango roto o bien si queréis poner uno nuevo fabricado por vosotr@s a vuestras medidas y necesidades.


Pero, empecemos…
Ya en otra ocasión traté de reparar el mango encolando las dos partes. Como se ha roto de forma oblícua, pensaba que quedaría suficientemente sólido, al tener gran superficie de contacto… 

Pero no nos engañemos, ningún pegamento sustituye la fuerza de la madera antes de romperse, y más tratándose de una herramienta que básicamente se destina a darle golpes.


Como el martillo ha estado años en desuso y arrinconado, ha terminado por oxidarse, con lo que voy a empezar por pulirlo un poco con un cepillo de púas de alambre para no mancharnos y que se vea un poco más bonito, que la verdad es que así oxidado, apetece más deshacerse de él que ponerse a trabajar para ponerlo a punto.
Lo cierto es que con unas pocas pasadas, ya parece otra cosa.


Ahora retiraremos la madera que queda dentro del hierro, para lo cual fijamos con fuerza a un banco de trabajo el hierro con unas mordazas o un tornillo de mesa. En mi caso, he usado mi viejo banco de trabajo plegable, en el que toda la parte superior hace de mordazas.


Con una sierra, en mi caso la de mi Surge, he cortado lo más que he podido lo que sobresale aún del mango por la parte de la cabeza del martillo.

 
Seguidamente, he taladrado la madera del interior del ojo del hierro con una broca de metal del mayor grosor que pueda entrar en el orificio. 
Si el orificio es muy alargado, podemos tratar de hacer dos taladros próximos para sacar la mayor cantidad de madera posible. 

Ojo, recomiendo que la broca sea de metal, pese a que vamos a taladrar en madera, porque el martillo tiene una cuña metálica –casi no se ve- que fija la cuña de madera destinada a presionar  la madera y que no se salga el hierro del mango. Si usamos una broca de madera, es posible que la estropeemos. Aparte que es un orificio a contraveta y la madera es dura de narices, hablando claro; hay que añadir que perforaremos muy cerca del hierro y una broca para metal sufrirá mucho menos, en caso de roce, que una de madera.

Una vez vaciada la madera con los taladros, con cualquier destornillador -o el punzón de la Surge, para no tener que ir a buscar herramientas por el taller-  podemos sacar fácilmente lo que quede de madera dentro del orificio del hierro.

Seguidamente, con el calibre, medimos el ancho y el largo del agujero del hierro... 

Y pasamos la medida al mango, tratando de aprovechar lo máximo posible, ya que no queremos que se quede demasiado corto.


Con la sierra, cortamos el pico sobrante. Se observa que he dejado un poco de la parte sesgada del roto porque todavía tenemos que comer el extremo del palo para que se inserte en la cabeza del martillo y así aprovechamos más madera.

 
 
Para hacer dicho rebaje –el que entra en el ojo del martillo-, lo más sencillo es hacer un corte trasversal de un par de milímetros de profundidad (o lo que os sea preciso, según el grosor de vuestro mango y el orificio donde tiene que entrar). 
Siempre es preferible quedarnos cortos que no pasarnos y que desperdiciemos ese trozo de madera por haber cortado más de la cuenta.


Con el formón, ¡¡¡Y SUJETANDO EL MANGO CON SARGENTOS U OTRO SISTEMA!!!  Vamos sacando lonchas del extremo del mango. Insisto en que jamás pongáis una mano por delante del filo.

La zona que cortamos antes con la sierra hace de tope y no nos pasamos de largo. De vez en cuando, retiramos el mango y examinamos si estamos haciéndolo de modo simétrico.


Sólo estamos retirando lo más grueso. Una vez que nos hayamos aproximado un poco,  podemos seguir con la lima. En mi caso, también la de mi Surge. Es una madera muy dura y se come con relativa facilidad con la lima.

Podemos meter sin presionar demasiado el hierro en el vástago que estamos haciendo para ver por dónde roza e insistir en esa zona.
El fallo es que traté de meterlo de modo definitivo antes de terminar de rebajarlo, tratando de conseguir que fuera muy ajustado y así evitar holguras… y terminé partiendo el vástago. 

De todos modos, si se ha roto dos veces, es que la madera es dura… pero quebradiza.  Vamos a hacer un mango entero nuevo, a fin de cuentas casi me va a costar menos trabajo que reparar el otro.


Para ello recurro a un retal de madera de haya. Éste en concreto es del travesaño de las patas de una silla -aún conserva las espigas en los extremos-. Como las sillas se hacen tradicionalmente en madera de haya, es relativamente fácil de conseguir y tiene el grueso preciso para el mango de un martillo de estas dimensiones.

La madera de haya me parece perfecta, pues es relativamente dura y resistente, pero también se trabaja con comodidad.
 
El proceso es similar… pero como en este caso partimos de una madera de sección rectangular, vamos a pasar las medidas del hueco del hierro al palo, marcando lo que sobra. Esto facilita un montón a la hora de hacer  la ranura transversal, pues vemos enseguida si hemos profundizado lo suficiente.

 
 
El proceso, por lo demás es idéntico: con el formón quitamos unas cuantas lascas y terminamos con la lima hasta que entre algo ajustado. Podemos quitar el sobrante de la cabeza, dejando un par de milímetros.

Ahora vamos a darle la forma al mango y acortarlo…Aunque esto último lo dejamos para el final, así tenemos más zona de agarre. Y para cortar… siempre hay tiempo.


Para darle la forma, he usado un sistema similar al que usé para redondear los cantos de la valla de protección infantil:

Colocamos el palo entre las mordazas del banco de trabajo con una maderita sujeta por éstas para que haga de tope. Otro listón colocado por debajo, impide que el mango se cuele entre las mordazas.


Ponemos el palo de canto, de modo que una arista quede hacia arriba y damos varias pasadas sobre la arista con el cepillo de carpintero de mano. Repetimos con las otras tres aristas, procurando que quede simétrico.


Seguidamente, hacemos lo mismo, pero con cada una de las aristas que se han formado… y así hasta dejar el palito redondeado por los cantos.

Podemos afinar un poco más la madera del mango con el mismo cepillo por la parte de la cabeza. 

Así no se nos resbalará el mango de las manos cuando lo usemos y queda más bonito, a modo de un mango tradicional, que se va ensanchando a medida que nos alejamos de la cabeza del martillo.

Cuando ya hayamos logrado la forma redondeada que deseamos, y vuelto a dar un repaso de lima para eliminar aristas... 


Podemos dar unas pasadas de lija.


El mango entra perfectamente ajustado en la cabeza… Aunque con el uso se hará necesario. Así que voy a reforzar esa zona.

Se puede acuñar el martillo de varias formas. La tradicional es hacer en el vástago un corte longitudinal con una sierra delgada, y meterle una cuña de madera encolada. 

Pero en mi caso, veo que queda una ligera holgura entre la madera y el hierro.. Así que voy a sacar ligeramente el hierro dejando la parte inferior de la espiga a la vista. Aqui pongo pegamento epoxi, de dos compontente y vuelvo a meter con fuerza la cabeza. De este modo, la parte inferior de la espiga queda hecha una pieza con el martillo. Para ajustar la mitad de la espiga del extremo, preparo unas pequeñas cuñas de madera, les aplico cola blanca y las voy insertando de dos en dos, para no dejar la cabeza torcida al aplicar más presión inicial en un lateral que en otro. Tras poner estas pequeñas cuñas encoladas por todo el contorno del orificio, dejamos secar y después con el formón retiramos lo que sobra.


Cortamos el mango y con la lima repasamos el corte para dejarlo sin aristas. 


De momento, así me encanta. Es un mango de tacto agradable y natural. Y creo que de momento, no voy ni a barnizarlo.

En vez de tener un martillo de repuesto… he conseguido uno de los mejores martillos del taller. No me ha costado nada y se puede hacer en menos de dos horas.


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