RESTAURAR MUEBLE DE LAVABO ll
En el post anterior dejamos un mueble de lavabo preparado para la pintura, porque se nos había hinchado la madera por la parte de abajo. Así que lo saneamos con una espátula, rellenamos las zonas hundidas o rugosas con masilla y lo dejamos todo bien liso…
Porque vamos a proceder a pintar la superficie enmasillada para que tenga mayor resistencia.
El problema es que la melamina ha amarilleado un poco. Aunque el resto del mueble sigue de color blanco. Así que aprovecharemos para pintar toda la madera afectada y hasta mejorará el aspecto del mueble.
Así que encintamos con cinta de carrocero o pintor todos los bordes del lateral para no salirnos, ya que usaremos un rodillo.
En todos los programas de bricolaje, suelen usar rodillos de espuma. Están hechos justamente de goma-espuma y son rápidamente atacados por los disolventes de la pintura. También suelen dejar la superficie algo granulada por la textura del material.
Por eso yo prefiero usar los rodillos de pelo. No son desechables -aunque tampoco son caros- y si los tratamos con cuidado, limpiándolos a fondo tras cada uso, nos pueden durar muchísimo tiempo. Dejan un aspecto más liso y sedoso que los rodillos de espuma y la pintura puede tener todo el disolvente que queramos añadirle, que no se estropearán.
Aplicaremos el rodillo en pasadas largas, en principio en el mismo sentido y evitando que esté demasiado cargado para evitar goterones.
Una vez aplicada la pintura por toda la superficie, podemos pasar el rodillo transversalmente para “peinar” la superficie y eliminar posibles rastros de la primera pasada.
Si lo hacemos con la suficiente delicadeza, quedará perfecto, prácticamente como un lacado profesional.
Es normal que en la primera mano apenas se note diferencia, pues la melamina es muy poco absorbente y tendremos que aplicar una mano muy delgada de pintura.
No importa, lo importante es eso: dejar una ligera capa que servirá de base para las demás.
Tras dar esta primera mano, retiramos la cinta con la pintura aún fresca. Así la cinta no arrancará la pintura de los bordes.
Y cuando seque bien, y esto no quiere decir que se note la pintura seca al tacto, sino que haya secado a fondo –leámonos las instrucciones del fabricante- damos una lija fina que eliminará cualquier resto que sobresalga y dejará la superficie mate para que agarre mejor la siguiente capa.
Tras repetir con una segunda mano, vemos que el mueble presenta un aspecto impecable. Podemos incluso dar una tercera mano para asegurarnos la impermeabilidad de la madera y la masilla. Basta repetir el proceso: lijado fino y pintado.
Con el rodillo, dejamos la superficie prácticamente tan lisa como si se tratase de la melamina original. Un acabado estupendo.
Solo queda poner un poco más de silicona en la junta del lavabo para impedir que el agua resbale y acabe otra vez hinchando la madera ¡y tenemos un arreglo provisional… que durará muchos años!
Vemos que con un poco de paciencia y habilidad, podemos resolver problemas que parecían sin solución.
No hemos tardado mucho –de hecho, sólo cambiar el mueble ya hubiera llevado más tiempo- y el coste ha sido mínimo: un poco de masilla, un poco de pintura y un trocito de lija.
Si alguien piensa que exagero, puedo dar fe que lo he hecho en cuatro ratos: diez minutos para enmasillar, y un tiempo similar para aplicar cada capa de pintura -incluída la limpieza del rodillo-.
Y nos hemos ahorrado el problema de ir corriendo a la tienda más próxima a comprar un mueble con o sin lavabo, esperar que lo traigan, y montarlo.
Y por supuesto, si no queréis un acabado tan perfecto, basta enmasillar y dar un par de manos de pintura, sin lijar demasiado.
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