miércoles, 20 de noviembre de 2013

Encuadernar folios. Encuadernación. Fabricar libros con papeles sueltos. Bind pages. Binding. Making books with loose papers. Pages de BIND. Binding. Faire des livres avec des feuilles de papier.



Encuadernación de folios o papeles sueltos


La encuadernación es un tema que no había tratado hasta ahora. Y cuando he realizado en alguna ocasión un trabajo de encuadernado, ha sido con las hojas formando cuadernillos cosidos entre sí. 

Es el método más eficaz y, por otra parte, de toda la vida, para realizar este trabajo y conservar una obra literaria durante muchos, muchos años sin que las hojas acaben desprendiéndose.


Pero también puede ocurrir que tengáis un documento en formato folio, o bien apuntes de clase o un libro que queréis tener en papel y sólo lo encontráis por internet y tenéis que descargarlo, imprimirlo… y quedaros con las hojas sueltas porque no sabéis cómo realizar esta tarea.


Es cierto que hoy día hay opciones varias de encuadernación: hay máquinas que encolan los folios por el lomo de modo que se quedan unidos (personalmente, no me convence en absoluto). También otras perforan las páginas y las unen con una pieza de plástico… Incluso si no son demasiadas páginas, hay unas carpetas de plástico cuyo lomo se puede abrir para sujetar con presión la carpeta y todos los folios…


Pero si queréis hacerlo en casa y de un modo que resulte sólido y con un aspecto aceptable, podéis usar el método que yo he usado en este post, en el que tengo que encuadernar papeles sueltos de tamaño A4 (folio) y no quiero gastarme dinero en que me unan las páginas con un antiestético trozo de plástico. 

Prefiero trabajar un poco y hacer un trabajo algo más elaborado. 

No significa que mi método de encuadernar sea perfecto. Sin embargo, los libros que he encuadernado han quedado realmente sólidos y utilizables.

Como el proceso es largo y me extiendo mucho en detalles, variantes y trucos. Voy a explicar básicamente en lo que consiste para que no os perdáis entre ellos. 

O sea, un resumen:
Vamos a apilar juntos todos los folios; a practicar unos cortes en el canto para insertar unos cordeles con cola que unirán todas las páginas. También encolaremos una tira de gasa que unirá el lomo del libro a las pastas o cubiertas. Pondremos unos refuerzos de papel fuerte bajo las guardas –el papel que siempre aparece en la primera página-.  Cubriendo este refuerzo, encolaremos las guardas. Por fuera, la gasa dará una unión flexible con las cubiertas y el lomo la ocultará y ayudará a que las cubiertas no se muevan.

Un repaso final con cuchilla o cúter, enrasará las cubiertas con los folios.

De modo que necesitaremos: Cartulina, cola blanca o látex, gasa de algodón, cordel de fibra natural, papel de embalaje, papel para las guardas y salvaguardas, pincel, guillotina doméstica. Tela inglesa o tela normal para el canto –también podemos usar cartulina-, etc.

Hay que empezar por examinar las páginas que queremos encuadernar. Si son procedentes de escanear e imprimir, es posible que en los márgenes tengan marcas procedentes del proceso que afearán mucho al libro. Si son apuntes y no os interesa perder los márgenes, os ahorráis este trabajo. Pero como sí que es mi caso, voy a empezar por suprimir unos tres milímetros del borde superior, inferior y externo de cada folio. El interno no interesa cortarlo porque es el que nos dará juego para el encuadernado. Parte de este borde quedará oculto.


Para realizar este proceso he usado mi cizalla de guillotina y para comer a todos los folios exactamente lo mismo, me he hecho un escantillón, como un tope de profundidad, que en realidad es mi guía de afilado de formones, pero con un listón que hace de tope. Vosotr@s podéis usar un palito del grueso adecuado. 

Pero es importante que los cortes sean iguales y perpendiculares o después las páginas quedarán desalineadas en los cantos y se verá feo. Todo se puede solucionar, pero si de primera hora hacemos un trabajo esmerado, el resultado será mejor. 


El proceso no tiene más misterio que levantar a tope la cuchilla, colocar el folio alineado con el lateral de la base de la guillotina y desplazarlo hasta tocar el tope que hemos hecho. Se baja la cuchilla... y el folio queda cortado a la misma medida que los demás.


Seguidamente –y esto es muy importante- hay que ordenar todas las páginas. No queremos que una vez encuadernado el libro, lo abramos y veamos que se saltan las páginas, que alguna queda al revés… Cuesta muy poco y nos garantizará al menos un trabajo legible.


A continuación, hemos de lograr poner el fajo de folios con los cantos superior, inferior y externo, lo mejor alineados que podamos. Que todos los folios queden bien parejos. Yo me he ayudado de un listón pequeño con el que voy igualando a golpecitos todos los folios. 


Pues bien, ponemos este fajo entre dos tablas, dejando entre 10 y 15mm sobresaliendo el canto trasero y sujetando con sargentos las dos tablas entre sí. Hay que asegurarse que no se han variado de posición y siguen con los cantos alineados. Parece sencillo, pero es una de las cosas que me ha dado más trabajo. 

Yo he usado dos tablas de aglomerado de 16mm. Pero igualmente podéis usar dos listones fuertes en vez de tablas. Se trata de fijar entre sí los folios para poder trabajar en el lomo. 

Un truco para facilitar la tarea es fijar inicialmente las tablas entres sí con unas pinzas de bricolaje. Seguidamente, ya podemos poner los sargentos con menos riesgo de que se desplacen o muevan las maderas o los papeles que hay entre ellas.


Vamos a realizar una serie de cortes en el canto que sobresale –el lomo del libro-. Como conviene que todos queden a la misma profundidad, trazamos dos líneas con un lápiz o bolígrafo a la profundidad que deseamos llegar con la sierra. Con unos ocho o diez milímetros es suficiente, pero si tenéis margen de sobra en las páginas, podéis hacerlo más profundo.


 
Y aserramos para hacer de ocho a diez ranuras perpendiculares al lomo. El ancho de estas viene marcado, evidentemente, por el ancho de corte que dé la sierra que uséis. Como a mí me interesa un corte estrecho, usaré una sierra japonesa. 

 En realidad, si tenéis un cordel lo suficientemente grueso como para que encaje en la ranura del corte, da igual si éste es más ancho. Pero como yo sólo disponía de hilo tipo perlé de calibre fino, me he tenido que asegurar que sea estrecho. Conviene, eso sí, que metáis sólo hilo o cordel de fibras naturales. Si es cáñamo, mejor, por su resistencia.

 

Cortamos trocitos de cordel de unos 4 ó 5cm de largo. Lo he hecho con las tijeras de mi multiherramienta, pero podéis usar cualquier cosa: tijeras convencionales, cúter....


Y justamente eso es lo que tenemos que hacer ahora: meter con cola unos trocitos de cordel en las ranuras: 


empezamos por embadurnar el interior de las ranuras con abundante cola blanca 


y metemos hasta el fondo los trocitos del cordel, de modo que sobresalga un par de centímetros por cada lado. Como mi cordel es realmente fino, he decidido meter dos en cada ranura.

Aplicamos más cola blanca con el pincel hasta tapar por completo las ranuras y aplicamos cola blanca en abundancia por todo el lomo. Vamos a pegar la gasa.


Ponemos la gasa centrada en el lomo 


y  aplicamos más cola blanca sobre ella, procurando con el pincel aplastar la gasa contra el lomo. 


No conviene mojar con cola más que la gasa que está en contacto con el lomo, pues nos interesa que los faldones que cuelgan estén libres de cola y flexibles para poder trabajar con ellos más adelante.


Ahora podemos dejar secar bien la cola. El proceso puede acelerarse si le ponemos un ventilador pequeño, tipo de ordenador para que le proporcione ventilación. De lo contrario, habrá que esperar hasta el día siguiente. 
 

Seca la cola, retiramos con cuidado las tablas.


Mientras la cola endurece, podemos preparar los refuerzos de papel de embalar. Cortamos dos tiras del largo del libro y de unos 4 ó 5 cm de ancho a contra-fibra. Las doblamos por la mitad a lo largo.  Las pegaremos de modo que pillemos el cordel contra la primera hoja del libro. Por eso es conveniente –olvidé decirlo antes- que metamos un par de hojas en blanco al principio y al final del fajo de folios.

Para encolar los cordeles al libro, empezamos por deshilacharlos. Así quedarán planos y no se notarán. Como los míos son finos, me he limitado a ponerlos abiertos, formando uves. 

Pero podemos empezar por aplicar cola y a la vez extendiendo los cordeles deshilachados en forma de abanico. 

Si vemos que éstos van a sobresalir de los refuerzos de papel, podemos recortarlos con unas tijeras.

Tras dejar los cordeles fijados con la cola -Sin pasarnos o arrugaremos las primeras hojas- Ponemos el refuerzo de papel dejando el doblez o canto lo más pegado que podamos a la base de los cordeles. La marca inicial que hicimos para los cortes en el lomo pueden servirnos de referencia.

Estos refuerzos son en realidad como bisagras. Por eso conviene que uséis para hacerlos papel de embalaje, el que tiene como estrías longitudinales y que estas estrías estén colocadas de modo transversal, a modo de nervios.

Nos aseguramos que la parte superior de los refuerzos está libre de cola y podemos apretar todo esto colocando el libro entre dos tablas apretadas con sargentos.

Esto lo hacemos, por supuesto, en el principio y en el final del libro.

Seguidamente, ponemos las guardas.
Lo ideal es que éstas se hagan con un papel del doble de anchura que las hojas del libro… formando como un cuadernillo que tendremos que pegar a la primera hoja visible, sobre el refuerzo de papel. Por el otro lado, irá encolado a la otra parte del refuerzo y a la tapa. Digamos que será como un embellecedor del refuerzo o bisagra de papel e irá colocado sobre él.




 

 
En mi caso, no tenía unos papeles de estas dimensiones, de modo que he usado folios normales pegados entre sí mediante una solapa. Como hemos recortado de ancho las páginas, ya tienen un tamaño inferior al de un folio y admite usar dos folios con una solapa sin que nos falte papel.


Podemos ir adelantando mientras seca la cola recortando el lomo del libro y las tapas. 

Tradicionalmente, el lomo se ponía de cartón grueso forrado con un papel especial llamado tela inglesa. 

Como este es otro tipo de encuadernación, me limitaré a hacer un lomo de cartulina, al igual que las pastas. Yo he usado cartulina del mismo tono para las tapas y el lomo. Queda bonito si el lomo es de color más oscuro. Le da un aspecto clásico, imitando el acabado con tela inglesa.

 
Ponemos las tapas en su lugar y sobre ellas encolamos la gasa que dejamos fijada al lomo. Con el pincel mojado en cola vamos estirando la gasa para que quede bien lisa y sin arrugas. 

Podemos recortar a lo largo la gasa para que cubra sólo uno o dos centímetros de la tapa y que quede mejor cubierta por el canto que cubrirá el lomo. 

Una vez encolada la gasa, podemos poner más cola y colocar el lomo en su posición, cubriendo por completo la gasa. 

 

Esto lo hacemos en las dos tapas.

Ahora vamos a trabajar por la parte interna de las tapas: tenemos visible el refuerzo de papel. Procedemos a pegarlo a la tapa y también, por supuesto, la guarda, que ya habíamos encolado al refuerzo. De modo que ya el refuerzo quedará totalmente oculto. 
Para entendernos -comprendo que la terminología puede dificultar la comprensión- Pegamos a la parte interna de las tapas, los papeles que habíamos pegado al refuerzo de papel de embalaje, de modo que éste refuerzo queda entre la tapa y el papel, invisible a la vista.


Al hacer la tapa. La hice de modo que sobresaliese un poco. Es hora de recortarla a las dimensiones deseadas, así como el papel que hemos encolado a ella y la primera hoja del libro. Otra opción es cortarlas inicialmente justo a la medida y al encolar fijarnos muy bien para que quede en su posición correcta.


Pero como yo lo hice para que sobresaliese un poco, uso la afilada cuchilla de mi Leatherman y tomo como guía el canto de una tabla canteada. Así el corte saldrá bien derecho. Voy haciendo pasadas hasta dejar la tapa totalmente enrasada con las páginas. 

Aprovecho también para repasar los extremos del lomo, que con los restos sobrantes de cola, gasa y cartulina, ha quedado un poco basto. Así, en muy poco tiempo, logramos un buen acabado. Asimismo, podemos eliminar el sobrante de alguna hoja que sobresalga por algún canto usando el mismo sistema.

 
Y ya sólo queda pegar una imagen representativa del libro en la portada con cola de barra y forrarlo con plástico adhesivo del usado para forrar libros.



Es importante, si la cartulina de las tapas no es muy gruesa, que la primera vez que abráis el libro, procuréis que las tapas se abran por su “bisagra natural”, o sea, por la zona de las guardas. Forzarlo un poco, sujetando al mismo tiempo el lomo del libro para crear ese doblez. De lo contrario, se doblará por la zona de menor resistencia, que es donde termina la gasa en las cubiertas.


En realidad, la encuadernación puede tener muchas variantes: podemos evitar poner –por ejemplo- los refuerzos de papel. También podemos pegar la gasa a las tapas por dentro y colocar las llamadas salvaguardas –otro papel adicional- para cubrirlas. Logrando que por fuera se note la tapa más lisa… Algunos recomiendan el uso preferente del látex frente a la cola blanca, por ser ésta más rígida que aquel…


Pero básicamente, ya sabéis cómo se puede hacer. Y, aunque es laborioso y lento –por qué negarlo-, da una enorme satisfacción ver ese trabajo que teníamos desperdigado en folios sueltos, agrupados en forma de bonito libro.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Sustituir frenos de bici. Cambiar frenos V por Cantilever. Ajustar frenos de bici. Replace bike brake. Change V by Cantilever brakes. Adjusting bike brakes. Remplacer frein de vélo. Changer V par les freins cantilever. Réglage de freins de vélo.



Sustituir y ajustar frenos de bici. 
Amig@s: ya hemos realizado algunas mejoras en esta bici infantil: cambiado cable y funda del freno trasero, equilibrado de las llantas…


Pero, aún así, noto que hay que presionar la maneta del freno trasero a tope, las zapatas no llegan a presionar como es debido la llanta… Es algo que suele ocurrir cuando se montan frenos V-brake con manetas cantilever. 


Así que voy a coger unos viejos frenos cantilever que tenía de la bici que restauré y los voy a montar en ésta, reemplazando los V que traía montados. Si va bien, siempre podremos sustituirlos por unos nuevos. 

El proceso es relativamente sencillo: desatornillamos de las vainas los frenos originales y atornillamos en su lugar los cantilever. Basta retirar los tornillos con una llave allen del tamaño adecuado al tornillo. 

Podéis verlo más detalladamente en el post donde restauré la bici. 


A la hora del montaje, comprobaremos la fuerza de retroceso en ambos lados, con vista a montarlos introduciendo los vástagos de los muelles en una de las tres posiciones que tienen las vainas. 


Normalmente, basta con colocarlos en el orificio central. Ya lo vimos en otro post.


La vaina hay que acortarla un poco. Ya os expliqué cómo realizar fácilmente este proceso sin herramientas específicas, usando un minitaladro con un disco de corte.


Si el proceso que queréis hacer es el inverso: poner unos frenos V en una bici con cantilever. No olvidéis cambiar también las manetas. Y precisaréis, seguramente, sustituir el cable y la funda, ya que al menos ésta deberá ser un poco más larga.

Por suerte, además de los frenos, conservaba el cable que los une (no olvidemos que son cantiléver) y el tirante o pieza que unirá éste con el cable principal que va a la maneta. 


El cable empieza a deshilacharse por un extremo y el tirante está algo sucio y viejo… Pero si nos da el resultado que espero, siempre podremos sustituirlo o incluso cambiar todo el freno por uno nuevo, que son económicos y para una bici de estas características, no precisamos tampoco uno caro.

Y ya quedan los ajustes: el tirante debe tener una longitud tal que en la zona donde se une al tirante hagan las dos partes del cable un ángulo de unos 90º. 


Si lo ponemos muy corto, hará más fuerza, pero la maneta estará dura y con poco tacto. 

Si lo dejamos muy largo, ocurrirá lo contrario: la maneta estará suave, pero frenará poco. 


Es cuestión de ir probando para conseguir el resultado que más os satisfaga. En mi caso, no le he dado demasiada importancia a esto, como podéis ver en las fotos, pues el freno trasero tiene un ángulo superior a los 90º y el delantero inferior, pues no he sustituido el cable de esta parte y el cable original no da juego para reducir el ángulo. 


Pero para una bici pequeña y un niño de unos 20kg de peso, es más que suficiente y da una frenada más que aceptable.

Las zapatas también hay que regularlas para que estén a la distancia adecuada de la llanta y la frenada sea buena. Como este paso lo expliqué también en el otro post, os remito a él. 

Es un proceso que a veces se complica porque cuesta lograr que la zapata quede derecha y con la misma separación por todos lados de la llanta. 


En mi caso, tendía a quedarse un extremo rozando y el otro separado de la llanta. Hay que buscar el juego adecuado, la posición de las arandelas, que permiten la posición correcta de las zapatas. Y, por supuesto, dar un buen apretón tras el correcto posicionamiento, o se variarán tras la primera frenada.

Y un consejo: como las zapatas no son nuevas, podemos darles un par de pasadas por una lija de grano medio para eliminar restos de grasa, suciedad o zonas acristaladas. 

Así se agarrará perfectamente a la llanta y optimizaremos la frenada. 


Esto podéis hacerlo también si notáis que vuestra bici ya no frena como antes: podéis repasar las zapatas y también la llanta con una lija fina.


Otra cosa que había olvidado comentar: antes del ajuste del tirante y las zapatas –cosa también válida para los V-brake-, conviene destensar al máximo el tensor que el cable tiene donde se une a la maneta. O sea, girarlo hasta que se aproxime lo máximo posible a ésta.


De modo que tras comprobar que las zapatas están en su posición, si vemos que quedan un poco separadas de la llanta, podemos ajustar esta separación girando el tensor. Si todavía tenemos que ajustar un poco más, podemos acortar un poco el tirante que une los frenos –recordemos que se trata de frenos cantiléver-. 


Si son V-brake, también podríamos aflojar el prisionero del cable y tensar éste un poco. 


Para esto es conveniente tener a alguien que mantenga sujetos los brazos del freno mientras nosotros aflojamos la tuerca, tensamos el cable y volvemos a apretar el prisionero. Si no es así, os recomiendo atar entre sí los dos brazos con una cuerda, de modo que podamos trabajar cómodamente. 

Yo he usado el cordel que siempre suelo llevar en mi multiherramienta para sujetar entre sí los dos brazos del freno para ajustar la longitud del cable y apretar la tuerca del prisionero con comodidad.


Tras colocar y ajustar el freno trasero, compruebo que ahora la frenada es similar en tacto en el freno delantero y el trasero. 


Regulando los tensores de los cables, se consigue que frenen más o menos en el mismo punto de la maneta haciendo más seguro y fácil su uso, que recordemos es para un niño que tiene que aprender a frenar correctamente y sincronizar los movimientos de sujeción del manillar, su giro y el accionamiento de los frenos.



El resultado de esta serie de post ha sido lograr poner a punto una bici cuyos frenos eran prácticamente inservibles. El coste ha sido 1.50€ que me costó el cable y la funda. Y un par de ratos de trabajo que hemos realizado con gusto por la satisfacción de ver a nuestro hijo disfrutando de la bici y por el hecho de hacer bricolaje –todo un hobby-. ¿Se puede pedir más?


Bueno… sí que se puede… Ahora el problema es que la bici se le está quedando pequeña… habrá que dejarla para el peque y buscarle una con ruedas de 20” a mi hijo mayor, ya que le está cogiendo el gustillo a pasear en bici ¿No tendréis alguna en el trastero?