Amig@s: Ya llega el buen tiempo y apetece dedicar un rato a nuestras plantas.
Nosotros tenemos unos maceteros con claveles que ya están bastante envejecidos, pues llevan más de dos años en la misma tierra.
Este post viene a ser un ejemplo práctico del post que dedicamos a la forma de conservar una planta en su mismo tiesto sin tener que ir aumentando éste de tamaño…
La tierra aporta nutrientes y estos se agotan con el tiempo También se deteriora físicamente y aunque aportemos abonos, llega un momento que es toda raíces y se vuelve de poca calidad.
También las plantas se vuelven muy leñosas y tienden a dar menos flores, a ponerse muy desgarbadas….
Total, que tenemos que hacer algo al respecto o acabaremos por perder estos estupendos claveles perfectamente aclimatados y que tantas flores hermosas y perfumadas nos han proporcionado.
Para ello debemos hacernos con tierra nueva, humus de lombriz, unas tijeras de podar –Yo he usado las de bonsái- y una palita. También podemos aprovechar para poner en el fondo arlita, que mejorará el drenaje y la aireación del suelo.
Efectivamente, basta tratar de hundir la pala en la tierra y vemos que la maraña de raíces lo impide. Así que insistimos. Como cada macetero tiene tres o cuatro matas de claveles principales, las separamos dejando un trozo de cepellón proporcional. Hemos de clavar todo lo que podamos la pala para dividir el cepellón hasta dejarlo libre.
Una vez extraído, tenemos que limpiarlo de la tierra superficial. Si vamos a dejar las mismas matas, debemos dejar una parte de raíces con su tierra, pero sí que podemos eliminar las raíces más gruesas y largas que veamos.
Por supuesto, si hemos saneado el cepellón, también debemos hacer lo propio con la parte aérea, ya que la planta mantiene un equilibrio entre la cantidad de raíces y de follaje, con lo que si lo rompemos dejando pocas raíces en relación a la masa aérea, la planta puede estresarse y hasta morir.
Debemos dejar, si podemos, las partes más jóvenes y sanas, eliminando las zonas muy leñosas y endurecidas. Así la planta estará más rejuvenecida.
Y de las partes que retiremos, podemos sacar esquejes que nos asegurarán la supervivencia de las plantas, caso que las originales muriesen, y multiplicarlas para poner más macetas o para regalarlas a l@s amig@s.
Como el proceso de replantado no debe demorarse, nos limitaremos a ir poniendo todos los recortes que vayan saliendo en un recipiente con agua para que no se deshidraten –fundamental en el esquejado, ya lo veremos- y hacemos lo propio con las demás matas de claveles.
Ya solo queda poner en el fondo de la jardinera un poco de arlita (ya os hablé de ella en el anterior post sobre claveles).
Añadir tierra nueva de calidad y humus de lombriz, que aportará nutrientes extras y mejorará el enraizado y la resistencia a las enfermedades de las plantas. Ya os hablaré de este interesante producto.
Es importante apelmazar la tierra ligeramente alrededor de cada cepellón para que las raíces no queden al aire.
Finalmente, un buen riego facilitará que la tierra y las raíces se acoplen y la planta pueda empezar a comer del nuevo sustrato.
Podemos dejar unos días las plantas en una zona bien iluminada, pero con menos sol del que le suele dar, con vistas a que no sufran demasiado estrés hasta que se hayan adaptado al nuevo substrato y emitido nuevas raíces.
Veréis que en poco tiempo empiezan a crecer deprisa y a regalarnos multitud de flores llenas de aroma y color.
Y con los recortes que hemos sacado podemos obtener multitud de esquejes que nos permitirán obtener plantas de características exactamente iguales a las plantas esquejadas. Ya lo veremos con detalle más adelante.
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