martes, 21 de junio de 2011

Reparar lavadora. Lavadora que no se termina de llenar. bomba de desague de lavadora. Presostato de lavadora


Reparación de lavadora: presostato y bomba de desagüe



Amig@s: Ya hemos reparado en otras ocasiones la lavadora. Lo cierto es que nos está durando bastante y las reparaciones dan resultado… de hecho me he sorprendido cuando vi la última reparación que le hicimos: la sustitución de un eje y la limpieza de la electroválvula…Hace casi dos años que la hice y sigue aguantando estoicamente lavado tras lavado… que no son pocos teniendo en cuenta que tenemos dos niños…


Pero ahora parece que ha dejado de funcionar bien: el síntoma en esta ocasión es que no se cortaba el agua: escuchábamos cómo el agua entraba en la lavadora… Pero se quedaba haciéndolo indefinidamente.


El problema puede ser el presostato o la bomba de expulsión del agua.



Como el presostato está más a mano, me he decidido por verlo primero. Además, su comprobación es muy sencilla y se hace en un momento.


El presostato, a todo esto, no es más que un interruptor que se activa por la presión.



Está en la parte trasera, justo bajo el programador. Y está enganchado al chasis por una presilla que podemos liberar con unos alicates.


Tiene conectado un tubito que va hasta el tubo de desagüe de la lavadora –entre el tambor y la bomba de salida-. De modo que cuando la lavadora está suficientemente llena de agua, el tubito coge presión, la cual incide en el presostato y éste corta la electroválvula de entrada…Por el contrario, cuando la presión es baja, la activa.


Pero… ¿Cómo comprobamos que funciona? Pues basta retirar el tubito transparente y soplar ligeramente por el pitorro del presostato.

Escucharemos un clic, que indica que el interruptor se ha activado.

Al dejar de soplar, se volverá escuchar el click.


Si dejamos el pitorro tapado tras soplar –podemos dejarlo tapado incluso con la lengua, si no tenéis mucha práctica-, no volveremos a escuchar el click hasta que lo soltemos, cuando sí que se deberá escuchar.


A veces suenan dos click consecutivos porque la lavadora tiene dos niveles de llenado, como es mi caso, que tiene para lavar a media carga.


Si suena el click mientras aún tenemos tapado el orificio, es que la válvula del presostato está mal y hay que sustituirlo.


Otra cosa que puede estar mal en el presostato es que el tubo tenga algún poro.





Para ello volvemos a poner el tubo conectado al presostato sin olvidar la abrazadera y nos vamos a la parte opuesta del tubo y repetimos el proceso sacando el tubo y soplando por él para mandar aire al presostato.

Si el tubo tuviera algún poro, sonará el click antes de haberlo destapado, porque perdería presión por dicho poro.


Finalmente puede ocurrir que el extremo de este tubito, o la cámara donde está conectado -la cámara presostática-, tengan suciedad que impida que entre un poco de agua en esta zona y por tanto que no pueda transmitir la presión al presostato. Normalmente se pueden limpiar fácilmente.


En mi caso, todo estaba perfecto y la cámara presostática, que es como un vasito de forma y tamaño similar a los que venden en farmacia para los análisis de orina, estaba inmaculado.


Al hacer una comprobación, que fue conectar la lavadora al agua y la corriente, vi que el agua salia por la manguera a la par que entraba… de ahì que no se llenase.




Así que el problema puede ser de la bomba de desagüe.


Empezamos por abrir el filtro:



Esto no tiene ninguna ciencia y tod@s no sólo deberíamos saber abrirlo, sino hacerlo regularmente para evitar accidentes, como que la habitación donde tengamos la lavadora quede anegada de agua.


Y vemos algunos restos de hojas en putrefacción. Seguramente procedentes de nuestras propias plantas por la acción de algún día ventoso.


Sacamos estos restos y vamos a desmontar la bomba para examinarla ¡Os lo prometí cuando os hablé de la electroválvula y su limpieza!



Es realmente sencillo: en los laterales del tapón del filtro hay dos tornillos. Tras retirarlos, queda la bomba suelta del chasis de la lavadora.



Y sólo queda fijada por los tubos y manguitos.


Vemos que está el tubo de goma que baja directamente del tambor y que es donde está conectada la cámara presostática de donde sale el tubito al presostato; por otro lado, está la manguera de desagüe.


Todas estas gomas salen muy fácilmente liberando las presillas o abrazaderas. En mi caso, todas las abrazaderas son de muelle y basta apretar las pestañas con unos alicates para sacarlas y liberar los tubos. Para sacar los cables, primero podemos hacer una marca en uno de los dos con un rotulador indeleble y también en el lado correspondiente de la bomba, para no equivocarnos a la hora del montaje.



Destornillamos, ya con la bomba extraída, los tres tornillos que sujetan la tapa de la bomba, y vemos que la cámara externa del filtro se separa de la bomba en sí.



Y ¡SORPRESA! Vemos en el fondo una hoja que se había quedado a medio camino entre el filtro y la goma, dejándola sin cerrar del todo.


Bastó retirar estos restos y darle un repaso a las juntas y montarlo otra vez todo para tener la lavadora otra vez en uso ¡Como el primer día!

¡Y que dure!


A veces las averías son así: el aparato funciona perfectamente, pero se ha colado un calcetín que atora la goma que se ocupa de descargar el agua, antes de llegar al filtro y la lavadora se queda sin vaciar… Y sin centrifugar.

O como en este caso, el objeto era pequeño pero impedía que la junta hiciese su trabajo impidiendo el paso del agua sin la intervención de la bomba…


Nos hemos ahorrado un dinerito y más porque la lavadora ya está bastante vieja, que tiene sus años de uso, y el coste de una reparación en toda regla hubiese supuesto el sustituirla por una nueva.


Pero por ahora sigue funcionando…Como dije en otra entrada: ¡La ventaja de comprar una marca reconocida! En realidad, a estas alturas y conociendo a fondo el aparato como lo conozco, sólo la rotura del programador o el motor impedirían que mereciese la pena sustituir la lavadora.


lunes, 13 de junio de 2011

Jabón casero. Cortar jabón reciclado. Cómo conservar el jabón casero. Envasar el jabon


Jabón casero: extracción y envasado

Enlace

Amig@s: Ya vimos en otro post todo el proceso de obtención de jabón a partir de aceite de cocina usado.


Como os dije, usé como moldes unos bricks de leche a los que corté la parte superior y unos vasos de yogurt de plástico.


El proceso de verter el preparado en los moldes terminó hace unas 44 horas y ha llegado el momento de examinar el jabón obtenido, desmoldarlo, cortarlo en porciones manejables y envolverlo para su curado y almacenaje.

Enlace

Vemos, en efecto que el color ha cambiado por completo: al echar el aceite al cubo con sosa y agua, era de color verdoso oscuro; al verter el producto en los moldes, tenía un color avellana. Ahora es casi blanco, color marfil o mantecado. Al tacto se nota completamente duro, tanto por la superficie como por el resto del molde.



Y si separamos ligeramente la pared del envase del jabón, vemos que se despega perfectamente.


Ciertamente, podemos aprovechar los bricks para otra ocasión…Pero por otra parte, tenemos dos niños en casa y es raro el día que no obtenemos uno o incluso dos envases de leche vacíos.


De todos modos, el primero he tratado de sacarlo sin romper el envase y la verdad es que me ha costado un poco. Mayormente porque se hace el vacío en el fondo del brik y esto impide que podamos extraerlo. Quizá si en vez de retirar la cara superior hubiese puesto el brik horizontal para eliminar una de las dos caras mayores, el desmolde hubiese sido mucho más fácil.


De todos modos, no importa, ya os digo que es un envase de deshecho y no merece la pena aprovecharlo, ya ha sido útil para dos cosas. Podemos depositarlos en el contenedor de basura de envases y el reciclado se ocupará de ellos.



Así que he probado a hacer un corte con el cuchillo en uno de los bordes y ya se termina de abrir desgajándolo con las manos.



Es muy sencillo y el jabón no sufre ningún daño.




Ya al llegar al fondo del envase, podemos terminar de extraer todo el bloque de jabón de una pieza.



Seguidamente, cortamos en rodajas gruesas la pieza de jabón. Podemos usar un cuchillo afilado. Se corta muy fácilmente.


Os recomiendo usar un cuchillo afilado y de hoja delgada y cortar evitando presionar demasiado con el cuchillo hacia abajo.

Es mejor cortar deslizando la hoja hacia delante y hacia atrás para que el filo del cuchillo sea el que haga el trabajo. Así no se quebrará si el jabón está algo más duro de la cuenta.


Yo he cortado cada pieza en rodajas de 2.5 a 3cm, que me parece un grueso muy adecuado para una pastilla de jabón.



Pasamos a colocar cada rodaja de jabón en una hoja de periódico o diario, la envolvemos con ella, y ya está listo para guardarlo hasta que se cure.


Aunque yo he realizado todo este proceso a mano desnuda. Lo cierto es que se nota que es bastante fuerte aún.

De hecho, al limpiar la tabla, dejó marcas en los sitios donde habían quedado partículas de jabón.


Así que os recomiendo usar guantes, como os dije en el post anterior y, además, que uséis una tabla de cortar de poliéster o un trozo de tabla revestida de melamina. Así no la dañaréis.


En cuanto a los otros moldes, los de yogurt, he descubierto que la mejor forma de desmoldar es haciendo unos ligeros cortes en el plástico por la parte superior, donde estaba pegada la tapa del yogurt. Basta tirar de esa zona hacia abajo, y sacamos una loncha del envase. Las otras tres paredes ya se abren fácilmente liberando el preciado jabón totalmente intacto.


De todos modos, prefiero el uso de briks porque el almacenaje es mucho más sencillo y ocupa mucho menos sitio, ya que los jabones son planos y se apilan muy bien.


Han salido 27 jabones de esta remesa ¡No está nada mal! Nuestros amigos y familiares estarán muy contentos, porque es tan sencillo de hacer, tan económico y tan sorprendente que vamos a repartir prácticamente toda la producción. Cada pastilla de este jabón dura bastante… ¡Y mucho antes que hayamos gastado un par de pastillas ya tendremos aceite para fabricar otra tanda!


He observado que nadie le hace ascos a un par de pastillas de este jabón casero… Al contrario, siempre alguien comenta: “Qué bien, como el jabón que hacía mi madre, o mi abuela….”

A veces lo bueno de los regalos no es lo que nos gastamos en el objeto, sino la utilidad del mismo y los recuerdos que trae.


Decir finalmente, que vemos que el jabón obtenido es de color uniforme, liso, y sin ninguna partícula que no sea puro jabón y que no huela a jabón. Lo digo principalmente para hacer hincapié en la calidad de este producto, pese a estar hecho con aceite de oliva muy, muy usado. O sea, que ha sido usado para freír muchas veces e incluso freír pescado.

Si no es así, y os han dado una pastilla con varios tonos de color, que algunas zonas huelen mal… Es que ese jabón no está bien hecho. Deshaceros de él y fabricad vuestro propio jabón… ¡Es tan sencillo y gratificante…!


Y listo, sólo queda esperar a que el jabón se cure, que pierda un poco de fuerza, para que pueda ser utilizado sin riesgo, cosa que puede tardar tres o cuatro semanas.


Y vuelvo a animaros a que hagáis jabón con los restos de aceite. Seguramente, con el tiepo le pongáis aromas y otros ingredientes que convertirán este humilde producto en algo realmente atractivo y delicado. Pero en cualquier caso, es una bonita experiencia y un buen jabón que tod@s deberíamos tener en casa.


miércoles, 8 de junio de 2011

Casa nido de tarima flotante. Reciclar madera de tarima flotante. Casa nido para pájaros


Casa nido 2



Amig@s: Ya construimos en otro post una casita nido para pájaros usando una caja para botellas que reciclamos. También vimos en otro post como realizar el proceso de desmontar la caja correctamente para el máximo aprovechamiento del material.


En esta ocasión, he construido otra casa y también he usado madera reciclada, pero esta vez se trata de unas láminas de madera de las usadas en tarima flotante. Es una madera bastante buena, de haya, y vamos a aprovecharla para construir otra casita.


El problema en este caso es que las lamas de madera son demasiado estrechas, pero la ventaja es que las tablas están machihembradas, con lo que podremos unirlas fácilmente.


Para realizar la unión, procuramos poner las maderas de tono similar juntas. Y así ni se notará la unión.



Ponemos cola blanca en las zonas a unir y apretamos con sargentos las maderas entre sí. Para evitar que queden alabeadas o combadas, he puesto otros sargentos apretando las maderas contra una superficie plana, como el banco de trabajo o una tabla recia y recta.



En cuanto la cola seque, se quedará con esa forma definitivamente.


Eso sí, a la hora de cortar las piezas hemos de tener en cuenta que la madera tiene un lado bueno y otro no tanto, pues queda una hendidura en una de las caras de la unión. Hemos de poner esta parte hacia adentro.


Si nos queda alguna rendija visible, podemos rellenarla fácilmente con masilla hecha con cola blanca y aserrín fino.

Podemos obtener fácilmente este aserrín con una lijadora con filtro recogedor de polvo. Si la masilla es demasiado espesa para penetrar en una rendija fina, podéis añadirle un poco de agua.



Tras una lijada que nos permita ver bien la madera para ver dónde recortar las piezas, podemos pasar los planos a la madera. El proceso es exactamente igual a como os enseñé en la otra casita.



Simplemente, ahora las maderas son de 15mm de grosor en vez de 10. Pese a que la madera parecía sucia y deslucida, vemos que queda como nueva tras retirar una fina capa con la lijadora.



El proceso es exactamente identico, salvo que esta vez he usado una varilla sacada de una percha de madera para el palito bajo el agujero de entrada y como su diámetro es de 9mm y yo solo tenía brocas de 8 y 10mm, pero no de 9mm, he usado la de 8mm para hacer un orificio pasante y he afinado un poco un extremo del palito.


Para ello he aserrado superficialmente el contorno de un extremo y he eliminado el sobrante usando un formón y un cúter hasta lograr que entre bien ajustado en el agujero de 8mm. Un poco de cola blanca y queda muy sólido.



Otra diferencia respecto a la primera casita es que a ésta le voy a incorporar unas anillas que permitan colgar la casita de la rama de un árbol.



Para ello, he usado unas piezas que suelen venir en los kit de ferretería y que se suelen usar para colgar cuadros. He aprovechado sólo la pieza triangular con su correspondiente chapa.


He retirado uno de los tornillos de cada bisagra, el más externo en ambos casos y he aflojado los otros dos.


He introducido la chapa en la parte de la bisagra que hemos retirado el tornillo y la hemos dejado bien centrada.



Ahora podemos apretar ligeramente el otro tornillo de la bisagra para que la chapa no se mueva y con una broca de igual o inferior diámetro al del orificio de la bisagra, taladramos la chapa a través del orificio de la bisagra con cuidado de no profundizar en la madera.



Ponemos el tornillo correspondiente de la bisagra –Es buena cosa poner uno algo más largo, pues estos tornillos soportarán el peso de toda la casita- y ya tenemos dos estupendos enganches para fijar el nido en la rama de un árbol mediante unos alambres o cuerdas resistentes a la intemperie.


Pero ¡Ojo! No apretéis mucho el alambre o la cuerda a la rama. La rama está viva y tiene que crecer y engrosar y debemos dejar el alambre con la suficiente holgura para que permita este crecimiento y, además, queda bajo nuestra responsabilidad ir repasando esta fijación periódicamente para evitar dañar el árbol.



Ya tenemos otra casita muy resistente a la intemperie y de tamaño algo mayor que la anterior ¡Los pájaros ya pueden tener familia numerosa! Jejejejej.


Y además, va a ser una casita viajera, pues va de camino hacia Oviedo, donde tienen su casa unos amigos nuestros... ¡Que la disfruteiiiiis!


martes, 7 de junio de 2011

Acabado del horno solar. Conceptos y trucos del horno solar. Patas de horno solar. Cierre de horno solar. Cocinando con el sol.


Terminación del horno solar: Asa trasera o de giro. Cierre de horno. Patas para horno. Conceptos y trucos del horno solar






En vista del éxito que han tenido mis post sobre el horno, y para evitar alargarlo más en el tiempo, he decidido publicar los últimos cuatro post sobre su construcción en una sola entrada. Pido disculpas por la extensión de esta publicación, pero los que estéis haciendo este artefacto, sé que lo agradeceréis. Os pido paciencia para leerlo y, como siempre, si tenéis cualquier duda, ponedla en la sección de comentarios.


Ya hemos visto todo el montaje del horno solar, desde su diseño hasta el acabado final….

Ya solo quedan unos pocos detalles para su completo acabado… Bueno, completo, completo no, porque sobre la marcha siempre hay cosas que se pueden mejorar…¡Eso lo dicta la experiencia y el uso! Pero lo básico sí que está.



Hoy os explicaré cómo incorporar el asa trasera para que se pueda manipular más fácilmente; colocarle unas patas que lo harán más duradero; Cómo lograr que se mantenga bien hermético evitando fugas de calor…Y algunos trucos y conceptos sobre el funcionamiento del horno, pues comprendiendo cómo funciona, sabréis mejor cómo perfeccionarlo.


Hemos colocado el horno en su sitio definitivo, sobre un estupendo soporte que hemos obtenido en parte reciclando una silla de oficina.
Puedo aseguraros que gira de maravilla y está realmente sólido.




Pero queda una cosa: para girar el horno para orientarlo al sol o simplemente para meter o sacar alimentos, hay que cogerlo entero y girarlo.

Así que vamos a seguir con los detalles finales y vamos a ponerle un asa trasera que nos permita girarlo sin tener que estar tocándolo y al mismo tiempo que podamos fijarlo por ese punto para que no gire con alguna racha de aire que nos los pueda desorientar.




Es extraordinariamente sencillo: aún tenía algunos elementos de la silla de la que extraje el soporte… entre ellos la barra que sirve para el respaldo de la silla.

Esta estructura tiene un tornillo con un mango para accionarlo fácilmente. Y además, iba acoplado originalmente en la misma chapa metálica del soporte.

Basta introducir la barra en su alojamiento del soporte y colocar el tornillo…


Pero vemos que el mango del tornillo, que es grueso, nos estorba para girar el horno, ya que lo hemos puesto para que esté lo más bajo posible y en tal caso, el mango del tornillo choca con el pasamanos de la barandilla al girarlo.

Nada más sencillo que buscar un perno del mismo grueso y rosca.

Miro en una caja de pernos, tuercas y arandelas surtidas que compré en una ocasión y vemos que nuevamente nos saca del apuro: tenemos un perno exactamente como necesitamos.

Si vosotros no tenéis la suerte de tener a mano un tornillo adecuado, bastará comprarlo en una ferretería o tornillería.

Se coloca en medio minuto y tenemos la ventaja añadida que podemos poner esta asa más o menos sobresalida, según nuestros gustos o necesidades.


Como este post ha resultado muy cortito, voy a añadir algunos conceptos que pueden ser interesantes y he adquirido a base de experimentar y hacer comidas en el horno.



Hasta ahora, he estado usando el horno sólo con el panel principal y en el mes de enero. Eso implica dos cosas: hay que controlar muy bien la cantidad de alimentos que ponemos y hay que orientar bastante el horno al sol.

Veréis, el horno funciona de la siguiente forma:

El sol penetra en el horno y su calor es absorbido por las chapas negras que hay puestas en el interior: en la trasera y en la base.

Estas chapas van calentándose cada vez más.

A su vez, la olla, también pintada de negro capta el calor que recibe directamente por la luz que recibe.

Siempre el calor va hacia la zona más fría. En este caso, los alimentos que están en el interior de la olla siempre estarán a menos temperatura que la chapa, que es la que va cogiendo calor.

De modo que se establece un flujo de energía calorífica: el sol calienta la chapa, y los alimentos van tomando este calor.

Por otra parte, al estar el horno aislado del exterior y con doble acristalamiento, el calor que se genera dentro, se conservará y se podrá aprovechar también para la cocción de los alimentos, ya que cuanto menos calor pierdan las chapas, más calor se transmitirá al interior de la olla.

Si entra en el horno solo la luz que penetra en el marco, o sea sin reflectores, evidentemente, calentará menos y podríamos cocinar, pero para ello precisaríamos meter muy poca cantidad de alimentos o el horno se convertiría en un “calienta platos”.

Pero a medida que añadimos reflectores, multiplicamos su eficacia, de modo que es frecuente que estos hornos tengan un reflector múltiple en forma de embudo.

Según mi experiencia, con un solo reflector y en el mes de enero, el horno sirve para hacer alguna guarnición para la comida: unas verduras cocidas, patatas cocidas (por supuesto, cortadas en rodajas no muy gruesas) y similares.

Podemos meternos en un postre o en plato completo como unas lentejas, pero tiene que ser un día muy bien soleado, orientar frecuentemente el horno y dejarlo actuar bastante tiempo.

Una guarnición de verduras para tres personas puede tardar en hacerse unas tres horas y media, prácticamente toda la mañana, al igual que unas lentejas.


El problema es que va cogiendo calor muy despacio para poder calentar cierta cantidad de comida… el funcionamiento de un horno solar sería como un horno convencional puesto en baja potencia… pero tardará muchísimo más que éste en coger temperatura.

Le lleva su tiempo y es por eso que tarde tanto en la cocción.


A medida que el sol va incidiendo con más fuerza, al avanzar la primavera, el horno también rendirá mejor, pero os sugiero si queréis cocinar de verdad en los meses invernales, que pongáis al menos un reflector más.

Por lo demás, la comida sale deliciosa.
He leído comentarios de los que han experimentado con hornos solares y todos dicen lo mismo: la comida sale mucho más rica que en la cocina tradicional.

Esto tiene su explicación porque se cocina con el agua mínima y los sabores no se desperdician diluyéndose en el agua al calentarse despacio. Y al no alcanzar los alimentos mucha temperatura, se cocinan muy lentamente y conservan más propiedades alimenticias. Es una cocina mucho más sana.

Seguiré, por cierto, añadiendo recetas para el horno solar en futuras entradas del blog.

Bueno, añadir que uno de los trucos para cocinar bien con el horno solar es justamente el agua:
El agua también se calienta junto con los alimentos y consume energía. De modo que es importante que nuestra olla esté bien cerrada para evitar escapes de vapor que empañarían por otro lado el cristal del horno. Y al evaporarse poca agua, los alimentos no precisan tampoco mucha cantidad de ella.

Es importante tener en cuenta que algunos alimentos desprenden agua o líquido la cocinarse y otros en cambio los absorben.

Por ejemplo: si hacemos verduras, éstas tienden a soltar líquido al cocinarse. Bastaría poner un poco de agua y aceite en el fondo de la olla para evitar que les falte líquido.

Para hacer unas patatas, tampoco se precisa gran cantidad de agua. En este caso, la patata tiende más bien a absorber un poco de agua, pero como el interior de la olla va a estar completamente inmerso en un baño de vapor, con un poco de agua que cree este vapor, será suficiente.


Otra cuestión es el tamaño de los alimentos.
Mi primera experiencia en el horno solar fue tratar de cocer unas patatas enormes enteras. Y con la olla llena de agua hasta cubrirlas.

La experiencia fue tan frustrante como que tras una mañana entera las patatas estaban casi más duras que al introducirlas.

Bueno, y para más INRI, recuerdo que para terminar de llenar la olla le sugerí a mi mujer que aprovechase para meter los ingredientes necesarios para una ensaladilla rusa: más patatas, zanahorias, huevos para cocer…

Total, un desastre. Como dijo alguien una vez –Bueno, yo lo escuché de boca de Homer Simpson, jejejeje-: “El conocimiento nos da la sabiduría…” Y yo añadiría: “ Y el desconocimiento… nos hace cometer barbaridades…. Como la de mi primera experiencia culinaria en el horno, jejejeje”.

Los alimentos, para hacerlos en el horno solar, conviene que estén bien troceados. Así el calor se aprovecha mejor y se distribuye por cada trozo, haciendo una cocción uniforme y correcta.

Si queremos hacer alimentos que son de distinta dureza o tiempo de cocción, como un guiso de carne con patatas, deberíamos trocear más los que precisen de más cocción, como lo sería la carne y dejar las patatas algo más gruesas. Así todo se cocina uniformemente.


Otro factor importante es el buen cierre de la tapa.
Yo estaba convencido que mi cierre era perfecto con el burlette.

La tapa es pesada y por su propio peso debería hacer que el marco presionase lo suficiente el borde del horno como para que el cierre fuese hermético.

Obviamente, si hay salida de aire caliente o entrada de aire frío, el rendimiento se irá al garete, pues de poco nos sirve haber hecho un horno tan bien aislado si parte del calor se va por una rendija.

Un día, tras varios guisos más o menos exitosos, descubrí que al quitar la tapa de una olla con patatas ya hechas para que dorasen un poco, el vapor salía fuera del horno a raudales. Fijándome, vi una rendija por toda la parte inferior, entre el burlete y el horno que quedaba abierta.

Bastaba una ligera presión para lograr cerrarla, pero lo cierto es que todas las comidas realizadas hasta entonces se hubieran hecho más rápido si no hubiese tenido esta pérdida de calor. Aun así había cocinado bastantes platos en el horno.

La solución fue poner una pinza de las usadas en bricolaje para apretar el asa de la tapa contra el asa del horno. El problema se solucionó y el rendimiento mejoró considerablemente.

Luego os explicaré cómo fabriqué una pinza con unos retales de madera y unos trozos de cámara de neumático. Resultó muy práctica, con regulación de la fuerza. De todos modos es algo provisional, ya que quiero poner un cierre que ejerza presión de la tapa contra el horno.

Este ejemplo puede serviros para comprender la importancia de estos pequeños detalles.

Por otra parte, es muy difícil dictaminar en un horno solar el tiempo de cocción, pues dependerá mucho de:
Tipo de horno: orientación al sol, acristalamiento doble o sencillo…
Tamaño
Estación del año y latitud
Temperatura ambiente
Tipo de olla: tamaño, forma y material.
Cantidad de alimentos
Tamaño de los alimentos introducidos
Cantidad de agua que incorporemos a la olla
Tamaño de la superficie reflectora y adecuada orientación de los reflectores.

Como vemos, es difícil dictaminar que una determinada comida se va a hacer en una hora o en tres.




Cierre para horno solar

Cuando empecé a cocinar en el horno solar, me parecía que tardaba demasiado en cocinar los alimentos. Es cierto que esta forma de cocción es lenta y eso aporta sus ventajas en el sabor y calidad de los alimentos… pero era desesperante.

Como os dije antes, tenía una pequeña rendija. Y es que la potencia del horno solar es relativamente pobre, de ahí que le hayamos puesto doble cristal. Y si tiene cualquier defecto como éste, se puede reducir la efectividad en un porcentaje relativamente alto.

Quiero ponerle un cierre como los que llevan algunos estuches de herramientas, que consiste en un marco de metal que se ajusta mediante una palanca, de modo que sujeta y tensa al mismo tiempo. Pero como no he encontrado de momento ninguno en las ferreterías, he optado por hacer algo casero que me permitirá seguir usando el horno mientras encuentro el cierre adecuado.



Empecé poniendo una goma sacada de una cámara de bici. Era efectivo, pero un poco engorroso a la hora de tener que estar abriendo y cerrando el horno.

También podría haber usado una pinza de las de bricolaje, pero va a estar todo el tiempo al sol y en tensión, con lo que ya no podría usarla para otro fin, pues se ablandaría.




Asi que he cogido un retal de madera y en un ratito he hecho una pinza de madera accionada con una goma de cámara de bici.

Diréis que es un trabajo tonto, pero lo cierto es que he disfrutado mucho haciéndola y es muy efectiva.
Simplemente os lo comento porque puede que a vosotros os pase lo mismo, que el horno no cocine bien y penséis que no funciona… puede ser algo tan simple como una pequeña rendija por la que se escape el calor.

Para hacerla, hemos cortado el palito por la mitad y, en uno de los extremos de ambos palos, hemos hecho dos rayas paralelas y equidistantes. En un extremo de uno vamos a dejar un saliente central cortando las secciones externas y en el otro recortamos la sección central, dejando dos lengüetas.

Vendría a ser como una unión machihembrada. Solo que en este caso está articulada, pues vamos a perforar la zona de la unión y vamos a introducir un clavo del ancho del orificio.

He afinado el resto de las maderas salvo por el extremo, donde he dejado unos salientes que harán la función de pinzas que impedirán que este invento se resbale y salga despedido al fijar las asas del horno.

Para dar la tensión, he recurrido a un trozo de cámara de rueda.




La ventaja de este mecanismo o “pinza de presión” es que si acercamos la goma al eje de la pinza, hará menos presión y si lo acercamos a los extremos, presionará más. Con lo que podemos regular la fuerza que aplica sobre las asas al mantenerlas unidas.

Este sistema me ha resultado tan efectivo que casi no me he molestado en buscar el otro tipo de cierre del que os hablé antes. De todos modos no deja de ser algo provisional.


Y ya puestos a hablar del sistema de cierre de la tapa, decir finalmente, que es muy interesante que la bisagra de compás sea tipo neumático. Para entendernos: como las puertas traseras de los coches sin maletero, o coches de cinco puertas.

Son puertas bastante pesadas, pero con estos mecanismos se acciona suavemente y sin esfuerzo y nunca da portazos.

Solo tenéis que calcular el peso de vuestra tapa y decírselo a vuestro ferretero.

En este caso podríais poner dos, una a cada lado. Si no encontráis o no os animáis a poner estas bisagras, siempre podéis usar las bisagras de compás, pero es una tapa bastante pesada, pues incluye las maderas del marco, los cristales, los reflectores…. Y sobre todo en la posición de verano, el peso a levantar es considerable.

La bisagra de compás ayuda mucho porque deja la puerta abierta, fija, mientras manipulamos dentro del horno, pero hemos de ejercer cierta fuerza para llevarla hasta ese punto.

Es otra cosa que tengo pendiente de hacer y sin la cual mi mujer se niega en redondo a usar el horno… ¡Habrá que instalar el mecanismo! Je, je, je.



Finalmente, os explicaré cómo he puesto las patas y para qué sirven:



Amig@s: ya tenemos el horno listo, pero como siempre, podemos hacer mejoras para que sea más funcional o práctico.

En este caso, vamos a hacerle unas patas adicionales.

Ventajas:

Podemos colocar tranquilamente el horno en el suelo sin temor que se arañen las paredes o estropee la pintura que lo protege de la humedad.

La fijación del horno al soporte es mucho más efectiva porque en vez de atornillar directamente el horno al soporte haciéndole feos agujeros por los que puede entrar el agua o perder calor, podremos fijar el horno por las patas. Al estar las patas aisla-das del cuerpo del horno por pintura de caucho, no tendremos que preocuparnos que la humedad pase al horno.

En tercer lugar, mantiene separado el horno de la base, con lo que ambas superficies se mantendrán más secas, ya que puede circular el aire.

No obstante, debemos cubrir el horno con un plástico para preservarlo del agua.

En mi caso, el horno está justo bajo el borde de una uralita y le cae mucha, mucha agua, pero si en vuestra zona llueve mucho, es casi preferible que aunque le hayáis puesto varias manos de pintura de caucho y extreméis las precauciones, como hemos hecho con las patas, que lo cubráis ¡De todos modos mientras esté lloviendo no podremos usarlo! Así nos curamos en salud y el horno nos durará muchos años.


Pero vamos al grano:


Para hacerle estas patas basta hacernos con unos listones de madera de pino. Si es madera de mayor calidad, mejor.

Por supuesto, pondremos patas en las dos bases, o sea, en el lado que hará de base en la posición de verano y el en el lado que haga esta función en la posición invernal.

Vamos a hacer que el extremo de cada listón tenga la misma inclinación del lado del horno correspondiente. Así queda todo más integrado y estético.

Para hacerlo, basta colocar el listón en su posición y con una regla colocada en el lado del horno, marcamos el listón.
Se corta con la sierra de calar.

Finalmente, cuando veamos que el corte ha sido bueno, podemos recortar el listón de largo, que se trata de un simple corte en ángulo recto.



Damos una mano de pintura a las maderas. Por la zona donde van a quedar los palos unidos al horno, podemos dar tres o cuatro manos. Ya que en adelante, no volverá a recibir pintura en esa zona.

También podemos aprovechar para dar otra mano de pintura en el horno por la zona donde irán los palos.



Para fijarlos, podemos empezar por colocarlos en su posición. Marcamos con un lápiz dónde queremos que vayan los orificios y podemos hacer un orificio-guía en uno de ellos. Colocamos un tornillo delgado que sujete la pieza en su sitio para que no se mueva mientras preparamos los demás anclajes.



Yo lo he hecho practicando un agujero guía del diámetro del cuerpo del tornillo descontando la rosca.




Seguidamente, hago un avellanado profundo con una broca más gruesa para que la cabeza del tornillo quede totalmente metida bajo la madera.

Así podemos lograr que el tornillo entre más en el horno sin tener que usar un tornillo demasiado largo.

Finalmente, podemos colocar un tirafondo en cada agujero, cuidando el apriete para que no sea excesivo –creando demasiada tensión en las maderas- o que quede flojo.

Ahora podemos sacar el tornillo que pusimos inicialmente para sujetar en la posición el listón y colocamos otro tirafondo como los anteriores en su lugar.

Podemos poner tres o cuatro tornillos en cada lado. Quedará muy, muy firme y podremos anclar el horno a la base atornillando estos listones o patas a la madera de la base directamente o mediante ángulos metálicos.


El resultado ha sido sorprendentemente estético. De hecho, le da carácter al horno, transmite sensación de robustez. No le hemos aportado mucho peso extra y aportará todas las ventajas que os indiqué al principio del post.

Y no hemos tardado tanto en hacer estas patas, que –pintura aparte- se puede hacer en menos de una hora.



Con esto, salvo que se me haya quedado algo en el tintero, os he explicado todo el proceso de construcción del horno solar.

Ha sido una experiencia muy bonita y creativa, Ya que gran parte del horno, por no decir casi toda, ha sido planificada y realizada por mí mismo.
También os he ido explicando los posibles problemas y las soluciones que he encontrado para facilitaros el trabajo.

Así, una tarea que a mí me ha llevado meses, a vosotros os puede llevar sólo unas semanas, pues ya sabéis de antemano los materiales, herramientas y el modo de realizarlo.

Espero que os resulte de ayuda.

En cualquier caso, os repito lo que os dije en otra ocasión: es mejor que fabriquéis vuestro horno, aunque sea uno de cartones y que disfrutéis de esta experiencia, a que os quedéis con las ganas de hacerlo.

lunes, 6 de junio de 2011

Reflector de horno solar. Poner reflector adicional en horno. reflectores de horno solar.


HORNO SOLAR: REFLECTOR ADICIONAL



Amig@s: ya tenemos hecho nuestro estupendo horno solar y hemos preparado algunos platos deliciosos con facilidad…


Pero, al menos en invierno –os hablo de mediados de enero-, noto que le falta un poco de fuerza.

No me cabe duda que bien entrada la primavera y en verano, tendrá calor de sobra, pero en invierno se queda justito de temperatura y tarda bastante en cocinar los alimentos. Así que vamos a solucionarlo rápidamente colocándole un panel reflector extra que aumente la temperatura lo suficiente para hacerlo más funcional.


A fin de cuentas, se trata de usarlo durante todo el año, y aunque ya he demostrado que este invento no solo sirve para “secar fruta” (y, repito, lo he usado en la época que menos intensidad tiene el sol), lo cierto es que podemos mejorarlo.


He visto diseños que tienen reflectores por los cuatro lados, con forma de embudo y que dirigen los rayos del sol hacia dentro. No obstante, examinando el funcionamiento de mi horno, he comprobado que lo ideal es que la luz reflejada en el reflector incida directamente en la olla donde se cocinan los alimentos o en las planchas metálicas de color negro… Pero es que el ángulo del reflector no permanece fijo, sino que a lo largo del día hay que aumentar o disminuir ligeramente la inclinación para que la luz incida en la olla. Así que imagino que si colocamos el reflector tipo “embudo”, gran parte de la luz se perderá, pues los ángulos de estos reflectores son fijos.



Pienso que es más funcional colocar sólo dos reflectores, en la parte superior e inferior, e ir regulando su inclinación con el sistema que diseñé para el reflector principal, que es cómodo y rápido.


Imagino también que si en un solo día hay que cambiar el ángulo del reflector, a medida que avance la estación en que estemos, también habrá que hacer un ajuste adicional para lograr el ángulo preciso. Y, por otra parte, ya digo que sólo con el panel principal ya se puede cocinar, así que creo que con otro extra lograremos potencia más que suficiente, con la ventaja que podemos plegarlo fácilmente y no ocupará sitio.


A fin de cuentas, el horno va montado en la barandilla de la terraza y los paneles quedan hacia fuera, con lo que una vez abiertos, no estorban para nada… Y para cerrarlos, plegamos primero el que vamos a hacer sobre el cristal y sobre éste plegamos el principal.


Con los reflectores tipo “embudo”, me da la sensación que cuando el horno permanezca algún tiempo sin orientarlo, acabará por quitar más luz que darla, pues los paneles laterales pueden dificultar que la luz solar entre lateralmente. Con lo que impediría que pudiésemos dejar la comida cocinándose sola, que es una gran ventaja del horno solar.

Colocando sólo dos paneles, permitiremos que cuando el horno esté ligeramente desorientado del sol, la luz que incida en los laterales por la parte interna del horno, junto con la luz que aún reciban de los paneles reflectores, lograrán una buena temperatura.


No obstante, si alguien ha experimentado con los dos sistemas de reflectores y quiere exponer aquí las ventajas e inconvenientes de cada uno, le invito que lo exponga en un comentario o me lo indique personalmente en un correo electrónico.


Pero dejémonos de teoría y vamos a la práctica:


Como quiero que el panel extra quede bajo el principal cuando cerremos el horno, es importante que no sobresalga. O sea que debería de quedar con unas dimensiones similares a la del cristal.


Para colocar este segundo marco, tenemos un problema: que si ponemos las bisagras en el mismo marco del horno, no podremos cerrar correctamente el primer panel, pues chocaría con las bisagras del lado opuesto, o sea las del panel secundario.


Así que tenemos que hacer otro marco que eleve las bisagras del panel primario lo suficiente como para que este panel quede sobre el otro y las bisagras del panel secundario quedarían colocadas no en la parte superior de este marco, sino por la parte lateral, hacia el cristal.

Así no abultarían y por otra parte, lograremos que este panel quede lo más cerca del cristal posible.


Bueno, esto puede parecer un poco complicado así dicho, así que os remito a las fotos: seguid leyendo y lo entenderéis enseguida.



Así que nos ponemos manos a la obra y aprovechando que tengo que darle un repaso de pintura y colocarle unas patas, vamos a desmontar la ventana retirando las bisagras.


También tenemos que retirar el panel reflector, ya que vamos a poner otro marco sobre la parte superior del marco de la ventana, justamente donde están atornilladas las bisagras del reflector.


Preparamos cuatro listones cortados a inglete de modo que monten perfectamente sobre el marco del horno.



Los pintamos y clavamos sobre el marco antiguo. Así logramos subir el marco de altura. Dentro de este sobre-marco es donde irá alojado el panel secundario, el cual vamos a hacer ahora.


La cosa no tiene más complicación que medir y cortar a inglete cuatro listones. Los he escogido delgados, de 0.8mm con vistas a que junto con el tablé no abulte demasiado para que no sobresalga cuando esté plegado y estorbe al panel principal.



Una vez recortados los palitos, los encolamos a un trozo de tablé fino de las medidas del marco y esperamos que seque.



Como las maderas son finas, me he permitido hacer unos travesaños internos que refuercen la estructura.


Finalmente, cortamos otro trozo de tablé al que le colocaremos el mylar al igual que hicimos con el otro reflector: usando tiras de adhesivo de doble cara. Basta atornillar el panel con mylar al marco y ya tenemos el reflector hecho, sólo queda poner las bisagras.


Es importante al hacer el panel que tengamos mucho cuidado en que haya cierta holgura entre este panel y el hueco del marco del horno, pues como el panel entra dentro del hueco del marco, cualquier pequeño desvío al poner las bisagras, dilatación de la madera, etc, puede provocar que no encaje bien y os recuerdo que el horno va a estar a la intemperie.



En mi caso, lo he hecho algo justo y voy a solucionarlo haciendo unas cajas en el sobre-marco que hemos hecho para embutir ligeramente las bisagras. Es muy sencillo: Colocamos el panel secundario con las bisagras abiertas y marcamos donde se apoyen contra el marco.



Pasamos estas rayas a la parte de dentro del marco y con el formón bien perpendicular al marco y lo más horizontal que podamos, cortamos en la zona de las marcas ¡Cuidando de no darle un golpe al cristal!



Sólo queda colocar el formón vertical, con la parte biselada hacia fuera, hacia la zona que vamos a desechar y sacamos el trozo del cajeado.



No olvidemos que tras comprobar que quedan bien colocadas las bisagras, hay que retirarlas y dar al menos una mano de pintura en las cajas para evitar que por ahí pueda entrar el agua.


Ya solo queda pintar el panel y darle también un repaso a todo el marco, dándole al menos dos manos a la parte nueva.



Como veis, apenas se nota el suplemento que le hemos colocado: simplemente se ve el marco un centímetro más grueso. También el efecto óptico será mínimo con el horno cerrado, prácticamente no se verá diferente porque el panel secundario queda perfectamente recogido.



Y ha quedado un panel muy ligero y resistente.



Para dejar este panel orientado, vamos a fijarlo provisionalmente al principal con unos cordeles resistentes. Podemos regular la orientación mediante unas tancas que habréis visto en mochilas y chaquetones para regular la tensión de los cordeles.


Posteriormente, fijé el panel secundario al horno mediante varillas roscadas y tuercas, como he hecho con el panel reflector principal.


Eso sí, tened en cuenta que a diferencia del panel principal, que se queda apoyado mayormente en las bisagras, el secundario va a soportar la mayor parte del peso en la zona donde el panel se une a la varilla roscada, tenedlo presente para que quede bien fuerte.



Al darle la vuelta al horno cuando llegue la primavera y el verano, ocurrirá la revés, será el panel principal el que quede en la parte inferior.



Ya llevo meses con el panel secundario montado, y la verdad es que se nota la mejora del rendimiento.

Eso sí, ya cuando avanza la primavera y el verano, que el sol está muy vertical al mediodía, el panel secundario apenas hace nada, aunque es cuando el sol pega más fuerte y tampoco es preciso.

No obstante a primeras horas de la mañana, cuando el sol aún está bajo, sí es eficaz.


Ya solo quedan algunos detalles para terminar con el horno solar: un sistema de cierre que mantenga bien apretada la tapa al horno evitando fugas de calor; unas patas que mantengan las bases del horno separadas de la tabla-soporte y que evite que ahí se acumule agua de lluvia… Lo iremos viendo poco a poco.


¡Y no dudéis en hacer cualquier consulta a través de los comentarios!