Amig@s:
Los
asiduos a mi blog sabréis que mi familia ha crecido… tenemos una nueva mascota:
un jerbo.
Este simpático animalito nos entretiene y
divierte con sus rápidos movimientos, su carácter, mitad curioso y mitad asustadizo…
Nos encanta; y alegra nuestras veladas cuando llega la noche, nos ponemos en el
sofá a ver algo en la tele y lo ponemos a nuestro lado para que corretee y coma
alguna golosina que le damos…
Su casa, en realidad, es una urna de vidrio de
dimensiones adecuadas al animal… pero necesita un nido, un lugar donde poder
dormir confortablemente.
Provisionalmente, le pusimos una cajita de
cartón… pero la va mordisqueando y ya casi ni tiene fondo ni paredes.
Como bricolador, voy a hacerle una de madera,
que le dure más tiempo. Pero con varios requisitos: ha de ser de material
totalmente “comestible” de modo que no contenga cosas químicas u objetos
punzantes y cortantes como clavos o grapas; y ha de estar hecha de un modo que
se pueda reponer fácilmente alguna parte que esté muy roída.
No olvidemos que el jerbo, como roedor que
es, tiene unos afilados incisivos que no paran de crecerle a lo largo de toda
su vida… y eso implica que necesita desgastarlos royendo las cosas de su
entorno. La casita le servirá de acogedor refugio y también para roer.
Finalmente, el último requisito: que no
cueste demasiado hacerla. No podemos estar dos semanas haciendo la casita para
que luego en dos días la destroce. Ha de ser algo rápido, sencillo y cuyo
mantenimiento sea también fácil, pudiendo reponer rápidamente algún elemento
muy estropeado.
La solución para todos estos requisitos es
hacerla con palitos, pues unas tablas habría que sustituirlas enteras cada dos
por tres.
Y para ensamblarlos, voy a usar un sistema que se me ocurrió en un
momento de inspiración: mini tubillones hechos de palillos de bambú, de los que
podemos encontrar fácilmente para hacer pinchitos morunos.
Son muy económicos y
suficientemente fuertes para mantener la estructura en pie. Y ni son cortantes,
ni precisarán cola.
Tengo unos palitos de una valla de proteccióninfantil que ya está en desuso, así que voy a hacer una doble tarea de
reciclado, ya que esos palitos los obtuve de un palé. Ahora los volveremos a
usar en el nido de nuestro Jerbo.
Pues bien, empecemos: Como siempre, lo
primero es hacernos un diseño de lo que vamos a hacer, considerando las
dimensiones de los palitos y el tamaño que queramos que tenga la casita-nido.
Me gustaría darle una forma como de cabaña rústica, veremos si lo consigo.
Para cortar los palitos de modo que sea
rápido y obtengamos con un solo corte varios, me he limitado a poner los
palitos todos juntos y fijarlos entre sí con un par de sargentos.
Con un primer
corte emparejamos las testas a la par que eliminamos las espigas que les hice
en los extremos. En otro corte, ya a las dimensiones requeridas, saco de una
vez siete palitos iguales. Estos formarán la parte inferior del frontal y la
trasera. Como el frontal ha de tener el hueco de la puerta y los laterales irán
fijados al frontal por la parte trasera, los palitos del frontal y la parte de
atrás son ligeramente más largos que los de los lados.
Seguidamente, corto los laterales.
Para la parte superior del frontal, que tiene
forma triangular para hacer un tejado a dos aguas, uso el calibre –una regla
también serviría- para hallar la mitad y con la misma escuadra marco el
triángulo.
Si queréis que tenga otro ángulo distinto al de 90º, bastaría hacer
una plantilla en papel y seguir el proceso de marcado y cortado.
Corto este triángulo y ya tenemos los palitos
de la fachada. Hacemos lo mismo con la parte de atrás. Las piezas del tejado
las dejaré para más tarde.
Tras el corte, conviene repasar los palitos
con una lima, pues la sierra de calar siempre deja algunas rebabas.
Basta dar
un par de pasadas suaves por las zonas cortadas para dejarlos todos listos en
poco tiempo.
Midiendo los palillos de bambú, tienen 3mm de
diámetro, de modo que cojo una broca de este tamaño y empiezo a realizar el
ensamble. Dada la longitud de la broca, no podemos unir más que tres a la vez
como máximo –cuatro si apuramos mucho-. En cualquier caso, los palillos entran
tan ajustados que tampoco conviene unir más de tres a la vez.
Basta poner los palitos que vamos a unir bien
alineados sobre una superficie plana, realizar un taladro e insertar en él el
palillo de bambú.
Un truco es cortar el palillo –se puede hacer sin problema
con los dedos- a un poco más de la longitud que necesitamos. Así podemos dar
suaves golpecitos con un martillo pequeño para que entre hasta el fondo.
Si
tratamos de meterlo entero para cortarlo una vez metido, se nos doblará y no
podremos usar el martillo, pues se partiría por cualquier sitio y a la larga,
desperdiciaríamos más.
Una vez insertado el palillo, dejamos la parte sobrante
para un ajuste ulterior y repetimos en el otro lado.
De este modo, vamos haciendo una tablilla
hecha con palitos.
Otro truco: no hacer los taladros totalmente
perpendiculares. Han de estar bien horizontales para que no salgan fuera de los
palitos, pero sí han de tener cierta inclinación a izquierda o derecha, así no
se desarmará fácilmente. Es como cuando ponemos clavos “a tresbolillo”. Si el
del lado derecho lo inclinamos a la derecha, el del lado izquierdo lo
inclinaremos a la izquierda.
Tras formar las piezas del frontal, laterales y
trasera, ya podemos realizar el agujero de la entrada.
A todo esto, basta fijar
los palitos con dos palillos, uno a cada lado. Pero en la zona donde vamos a
realizar el orificio de entrada a la casita, hay que poner cuatro, pues vamos a
cortar estos palitos por la parte central; y si quedan sujetos sólo por un
palillo, pueden moverse y girar sobre éste.
En cualquier caso, el proceso de formar las
paredes es facilísimo. Se tarda más en decirlo que en hacerlo.
Una vez puestos los palillos de cada lado,
podemos recortar el sobrante con un cuchillo afilado, o bien quebrarlos con los
dedos a ras del palo.
La puerta, por cierto, la he hecho con la
sierra de calar, marcando dos líneas verticales y haciendo la parte curva con
un bote.
Se corta y se repasa con la lima.
Otra opción más rápida es usar una
broca de corona y hacer simplemente un agujero redondo… pero no tenía a mano
esta herramienta y me apañé con la sierra. De todos modos, hubiera bastado con
cortar los palitos rectos para hacer una entrada de forma rectangular.
En realidad, todo el proceso se hubiera
podido hacer perfectamente con un serrucho de mano o incluso con la sierra de
la Leatherman, pero he querido acelerar el proceso y para eso es necesario una
herramienta eléctrica.
Para hacer el tejado –la parte que nos falta
para terminar el trabajo- Hacemos exactamente igual: cortamos los palitos de
modo que sean un poco más largos que el fondo de la casa –para que sobresalgan
por delante un poco-. Se cortan y se hacen dos tablitas. Finalmente se plantean
sobre la casita y se unen con más palillos de bambú.
El techo queda suelto, de
modo que facilite la limpieza cuando sea preciso hacerla.
No tiene suelo porque el animal ya hace su
propio lecho con papel de cocina y cartones –le encanta roer los tubos de
cartón que se desechan de los rollos de papel higiénico- y así será más limpio.
Bastará poner un cartón que le aísle del cristal mientras reviste su nido.
Y ya está… una casita muy sencilla de hacer.
Queda muy graciosa con su aspecto de cabaña y le dará un gran confort, teniendo
en cuenta el elevado nivel sonoro que suele haber en mi casa con dos niños
pequeños siempre jugando y gritando.
Me ha quedado quizá demasiado grande… podría
servir perfectamente para una pareja de jerbos. La puerta podría haberla hecho
un poco más alta, pues la parte inferior siempre suele estar medio tapada con
las virutas de madera y cartón que cubren el suelo de la urna y así el animal
podría entrar y salir con más desahogo…
Aunque así parece encontrarla muy confortable
y se pasa horas y horas durmiendo en su acogedor nido.
Deciros, finalmente, que si no tenéis a mano
los palitos ni medios para cortarlos, siempre podréis comprar en vuestra tienda
de bricolaje más cercana o en un almacén de madera unos adecuados… o animaros a
sacar un par de tablas de un palé de construcción abandonado y hacer unos
listones más delgados. Y otra buena idea: si vais al campo, podréis encontrar
fácilmente palitos de las ramas secas de los árboles –ojo, que sean ramas
secas-. También es importante que estén limpias. Quedaría un acabado muy
rústico y bonito.
Animaos a hacer estas tareas. Es algo
realmente gratificante y hasta puede convertirse en un trabajo en familia donde
hasta los más peques pueden tener cabida.
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