Hoy vamos a ver otras herramientas útiles para el cultivo del bonsái:
Alicates de corte
En este caso, no se trata de una herramienta específica para bonsái: son unos alicates que suelen usar los electricistas para cortar y pelar cables… Aunque también hay una versión específica de bonsái. Como yo tenía este y me funciona perfectamente, no he creído necesario recogerme el otro.
Es muy práctico a la hora de alambrar las ramas porque nos permite cortar de un modo limpio y rápido los alambres de cobre o aluminio usados a tal fin.
Alambres
Los hay de muy diversos diámetros, según el grosor y flexibilidad de la rama que queramos redirigir. En los comercios especializados se suelen vender casi exclusivamente de aluminio revestido de una capa que le da un tono cobrizo. Pero los realmente buenos son de cobre, pues son más finos y realizan mayor fuerza. El problema es que es cada vez más difícil encontrar alambre de cobre de calibre grueso, pues ya en electricidad se usa cada vez más el cable formado por muchos hilos finos en vez del monofilamento.
La forma de realizar el alambrado se sale de este post, cuyo objetivo es informar de las herramientas y accesorios de bonsái. Ya os explicaré en otro post cómo se realiza el alambrado.
Cuchilla o navaja.
La navaja, aparte de para prepararnos el bocata o pelar la fruta en las excursiones, nos vendrá fenomenal para un sin fin de tareas en bonsái: injertos, corte de alguna rama, pelar o afilar algún palito para observar la humedad de la tierra… Eso sí, debe estar siempre limpia e incluso desinfectada para evitar infectar al bonsái con alguna enfermedad y, sobre todo, muy bien afilada, en especial si la vamos a usar para cortar alguna rama o realizar injertos.
En su defecto, podemos usar una cuchilla o cúter. Hay navajas específicas para injertos, pero son más difíciles de encontrar, salvo en centros de jardinería muy especializados y podemos arreglarnos bien con una navaja o cúter convencionales.
Como vemos, la cantidad de herramientas que se usan en bonsái es enorme. Aunque no siempre tenemos que recurrir a herramientas específicas para bonsái e incluso recurrir a nuestra caja de herramientas convencional.
En futuros post, seguiremos hablando de estas herramientas.
Hoy voy a hablaros de un accesorio que os será útil en mil y una tareas de bricolaje: los flejes.
Normalmente podemos encontrarlos en obras y lugares donde se está construyendo algo, pues suelen usarse para sujetar materiales pesados a las estructuras de madera conocidas como palés. Cada vez se ven más las típicas cintas de plástico, también muy robustas, pero que no nos serán de la utilidad de los flejes de acero.
A veces, no son de acero, pero son metálicos y también nos pueden ser muy útiles, al ser inoxidables.
Los flejes no son más que cintas de metal, muy delgadas, apenas medio milímetro, y de una anchura que puede variar de uno a tres centímetros. Viene a ser como un alambre –al cual dedicaré otro post-, pero con utilidades diferentes, ya que estas piezas de metal, maleables, duras, resistentes y delgadas nos permitirá realizar mil y una tarea de bricolaje.
Os pondré algunos ejemplos: en primer lugar, podéis haceros una regla estupenda para usarla como guía para cortar con un cúter materiales como papel, cartón, láminas de plástico…, y por supuesto para marcar líneas rectas en maderas o metales con lápiz o punzón… al ser un material duro, no se deformará ni estropeará si nos salimos y lo rozamos con la cuchilla o el punzón, como ocurriría con una regla de plástico convencional, con lo que podremos reservar nuestra preciada regla favorita sólo para medir y así nos durará más tiempo.
Otro uso sería como arandela: muchas veces nos encontramos que tenemos que poner un tornillo en un metal o madera y la cabeza de éste se cuela por el orificio, demasiado grande. Bastará doblar un trozo de fleje para ponerlo doble, triple… según la resistencia que deseéis y lo taladráis con una broca de metal de un grosor algo superior al del tornillo. Veréis que tenéis una estupenda arandela y podéis salir del apuro. Incluso si hacéis el orificio más estrecho y usáis un tornillo para chapa, podréis atornillar directamente el tornillo al fleje como si éste se tratara de una tuerca. Así podréis fijar varias chapas de metal entre sí.
En otro post, vimos como logramos restaurar fácilmente una caja de herramientas gracias a unos trozos de fleje, que pusimos en sustitución de una chapa que se había perdido.
Podemos usarlo para mover la pintura, para usarlo como espátula desechable para untar colas de contacto, como cúter improvisado si lo afilamos por un lado… La utilidad de este material es ilimitada, sólo tendremos que usar la imaginación.
Para enderezar un trozo de fleje, suelo usar el tornillo de mesa: introduzco una porción de fleje entre las mordazas del tornillo y aprieto fuertemente. Aflojo un poco y desplazo el fleje para que las mordazas pillen parte del trozo enderezado y del torcido y vuelvo a apretar… así hasta terminar de enderezar el trozo. También podemos golpearlo con un martillo contra un yunque –podéis usar como yunque un trozo de viga de hierro, por ejemplo-.
Quedará perfecto. En cualquier caso, podéis emplear los trozos más rectos.
Para cortarlo, podemos usar la tijera de cortar chapa o podemos ponerlo vertical entre las mordazas del tornillo de mesa y doblarlo a un lado y otro consecutivamente hasta partirlo (como partiríamos un alambre)… Para lograr un doblez perfecto, liso y uniforme, podemos ayudarnos de un martillo y golpear lo más cerca posible de la zona a doblar.
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Y lo mejor de todo: no os costará nada…. Es un material de desecho y os lo darán en cualquier obra, ya que los tiran.
Eso sí, os recomiendo cogerlo con guantes, y más si no estáis acostumbrados a manejarlo, pues al ser una tira de metal delgado, puede ser muy cortante.
La mejor forma de transportarlo y conservarlo sin peligro y sin abultar demasiado, es enrollarlo sobre sí mismo en forma de circunferencia y atar el rollo con un alambre o cuerda. Procurad mantenerlo en sitio seco y os durará muchos años… aunque no os durará tanto, os lo aseguro, lo emplearéis en un sinfín de trabajos y tendréis que recoger más.
Esto es algo que suele ocurrir con bastante frecuencia: el tapón de nuestro fregadero nuevo se despega y acaba en trozos.
En mi caso la cosa se agravó al pasar por las manos de mi hijo y después por la boca de uno de mis perrillos.
La consecuencia es que una pieza está bastante deteriorada, como vemos. Pero no pasa nada, lo vamos a arreglar en dos minutos.
Para empezar, debemos lavar bien todas las piezas. Tanto por higiene como para que no haya ningún resto de grasa o suciedad que impida el agarre del pegamento.
Comprobamos que apretando con la punta de un destornillador sobre la pieza rota apoyada en la mesa, vuelve a su posición correcta.
Así que cogemos nuestro pegamento de cianocrilato y aplicamos con generosidad, ya que la pieza está bastante agrietada. Así se sueldan todas las partes en cuanto apretemos con el destornillador. Pasado un minuto, se quedará en su posición correcta definitivamente.
Sólo resta añadir pegamento al pivote que se ha despegado y montar las piezas en su posición correcta. Si tenéis un fregadero de dos senos, os aconsejo usar como referencia el otro tapón. Una vez que esté pegado, no habrá manera de volver a separarlo para montarlo correctamente.
Y ya tenemos el asunto solucionado sin tener que salir a la tienda a comprar otro tapón que, seguramente, hubiera vuelto a despegarse con el tiempo.
Y ¿Cuánto nos ha costado? Pues sólo tres o cuatro gotas de pegamento de cianocrilato. Animáos a hacer estas pequeñas reparaciones. Cuesta muy poco llevarlas a cabo y nos ahorraremos un dinerillo.
Si tenéis cualquier problema o duda para realizar vuestras reparaciones domésticas, podéis consultarme a través de la sección de comentarios, al final de cada post. También podéis haceros seguidores del blog. Es gratis, se hace en un minuto y...¡Hay que fomentar las cosas buenas!
Ayer estuvimos dando un repaso a las llagas y azulejos del baño y hoy vamos a meterle mano a las cortinas.
Las cortinas suelen estar mojadas casi todo el tiempo. A poco que en una casa vivan varias personas y se aseen a diario, lo más normal es que con la humedad y restos de jabón se forme una antiestética capa de moho, sobre todo en las zonas inferiores de la cortina y sobre todo si se hace algún doblez que retenga el agua. Empezaremos por ponernos una ropa adecuada a la tarea que vamos a realizar.
La limpieza es muy sencilla: humedecemos un trapo en lejía y vamos aplicando por toda la zona con suciedad.
Dejamos actuar la lejía y después podemos volver a pasar el trapo para retirar los restos de verdín o moho y suciedad que hayan quedado.
Enjuagamos con agua y ya tendremos las cortinas en perfecto estado ¡Ya no tenemos excusa para tener el cuarto de baño como los chorros!
Esto es algo inevitable y que suele ocurrir: Cambiamos el alicatado de cocina o baño, queda resplandeciente con sus llagas limpias, pero con el paso del tiempo, la grasa de la cocina, la humedad del baño…. Poco a poco las llagas empiezan a tomar un aspecto bastante deplorable: totalmente sucias, ennegrecidas y asquerosas, que dan aspecto de suciedad.
Es cierto que hay productos específicos para hacer esta limpieza. Incluso hay una especie de rotuladores que retintan las llagas y las vuelven blancas….
Pero lo que os sugiero es mucho más sencillo, económico y podréis repetirlo siempre que queráis.
Basta coger una botella de lejía de las usadas normalmente para la limpieza doméstica y un cepillo de dientes viejo, mejor si es de cerdas de dureza media o dura.
En el mismo tapón de la botella de lejía, ponemos un poco de la misma. Ahí mojamos el cepillo de dientes y vamos frotando por todas las llagas. Es buena cosa usar unos guantes de látex, ya que vamos a estar con las manos mojadas en lejía un rato.
Os recomiendo aplicar primero la lejía por toda la llaga para que vaya actuando y seguidamente podemos proceder a frotar un poco en los sitios donde la suciedad esté más incrustada.
Veréis que sin esfuerzo y en poco tiempo, el alicatado quedará como cuando estaba recién puesto.
En el caso de las fotos que vemos, se trata de un cuarto de baño. Y las imágenes hablan por sí solas del resultado de este proceso.
Si queremos que los azulejos también queden brillantes, podemos darles una pasada con un trapo humedecido en agua con vinagre –ver post de limpiar la cal de los electrodomésticos- y después una pasada con un paño humedecido en alcohol. O bien usar un producto de limpieza específico para la cal.
Seguro que en más de alguna ocasión os habéis encontrado con un problema como el mío: un zapato que es cómodo y está en perfecto estado, pero que empieza a despegarse la suela por algún punto. Si lo dejamos así, el proceso de despegado continuará y terminaremos por tener que tirar el zapato en poco tiempo o llevarlo a un zapatero que le haga una reparación que sin duda será más costosa que si lo hubiésemos pegado a tiempo.
Estas son mis zapatillas deportivas favoritas. No son de marca, ni siquiera son caras, pero es el mejor calzado que he encontrado para la bici pues son ligeras, flexibles, transpirables, cómodas, con la rigidez justa en la suela para poder notar el tacto de los pedales pero sin que sea molesto.
Pero como suele ocurrir, los refuerzos que tienen en la puntera han acabado por despegarse y por tanto, han dejado de hacer su función. Probablemente, si no se repara a tiempo, seguirá despegándose y acabará por irse toda la suela. O bien, se gastará la punta y se romperá.
En cualquier caso, no cuesta nada pegar la zona despegada y dejar los tenis como nuevos. Este proceso se puede aplicar a cualquier zapato.
Yo he usado pegamento de contacto, que es el que más se usa para el calzado, pero ahora hay pegamentos muy fuertes que son ideales para este trabajo, como el Pattex Repair Extreme, pero también suelen ser caros: de 6 a 7€ un tubito minúsculo. Os traería cuenta si tenéis que pegar un zapato caro. De lo contrario, nos apañaremos bien con uno normal de contacto. Que es económico, flexible y muy fuerte.
Eso sí, debemos empezar por limpiar bien las superficies a pegar. En mi caso, he aprovechado para lavar las zapatillas, que tenían alguna que otra mancha de grasa de la bici. Así una vez pegadas, no tendremos que mojarlas en mucho tiempo.
Si hemos lavado los zapatos, hay que esperar que sequen muy bien, en especial si hay alguna zona de piel, ya que esta se moja y evitaría que el pegamento agarre bien en esas condiciones.
Podemos limpiar bien las zonas a pegar con un trapito y alcohol, aunque siempre puede haber restos de pegamento viejo que resten eficacia al pegamento nuevo.
Por eso lo más recomendable es raspar bien las zonas e incluso darles una lijada. A veces con una cuchilla podemos sacar también el pegamento viejo.
Una vez limpia toda la zona, aplicamos pegamento en ambos lados de las superficies a unir (foto inicial). Como hemos visto en otros post, es la forma habitual de usar la cola de contacto. Para no dejar manchas, aplicaremos con cuidado de no salirnos de las zonas a unir.
Dejamos secar el tiempo recomendado por el fabricante, que normalmente dice que podemos unir las superficies cuando el pegamento se note seco al tacto. Otros fabricantes recomiendan esperar de quince a veinte minutos.... Leeros bien las instrucciones y seguidlas al pie de la letra.
En ese momento, unimos las dos partes y presionamos con toda la fuerza que podamos. El inconveniente de pegar la puntera de las zapatillas es que por dentro se hunde, ya que lo que le da fuerza o rigidez a la punta es justamente la pieza que se había despegado y está por fuera. Así que podemos usar el ingenio para poder hacer presión: podemos rellenar bien la zapatilla con bolas de papel de periódico bien apretadas; colocar un trozo de madera que presione la punta contra el talón, por dentro del zapato; podemos usar también una horma de las que a veces se ponen en los zapatos para que den un poco de sí…. Eso ya es cosa de cada uno y de su imaginación, aunque ya os he dado varias sugerencias.
Tras realizar presión durante unos segundos, ya podemos dejar que el pegamento endurezca, cosa que suele tardar un día, aproximadamente, y ya podremos usar las zapatillas.
En mi caso, la lengüeta era bastante rígida y aunque ha pegado bien por el centro, se ha quedado una ligera separación justo en los bordes. Lo he solucionado colocando una pequeña cantidad de pegamento de cianocrilato por todo el borde y presionamos con fuerza. ¡Cuidadín con los dedos! Como no tengáis un poco de cuidado se os pegarán ¡Y no es plan de ir por ahí con los zapatos en la manos! Je, je, je.
En serio, si queréis hacer este acabado final aseguraros que el pegamento de cianocrilato no afectará al material, pues a veces disuelve ligeramente ciertos materiales como algunas pieles sintéticas o naturales. Así que os recomiendo probar primero en una pequeña zona que no se vea demasiado antes de poner el pegamento en toda la superficie.
El pegamento de cianocrilato es transparente, aunque da cierto brillo. Para eliminarlo bastará pasar un par de veces una lija de grano medio o, simplemente se eliminará con el uso.
Este acabado final con cianocrilato permitirá que quede la unión perfectamente sellada y evitará que pueda entrar por ahí polvo, arena, etc que pueda acabar por agrandar la abertura y termine por despegar otra vez la lengüeta.
Vemos que con muy poco dinero y tiempo hemos prolongado la vida de nuestas zapatillas, que han quedado perfectas, como nuevas, y nos seguirán acompañando durante mucho, muchos kilómetros más con la bici:.
En un post anterior, usamos una de estas brocas para hacer un orificio en un azulejo y así poder pasar la excéntrica a su través.
Como os hablé poco de esta herramienta, ya que en realidad estábamos tocando el tema de la colocación de los azulejos, voy a dedicar este post a hablar sobre ella.
Estas brocas no tienen nada que ver con las brocas de corona para madera o metal, que aunque el sistema es parecido por no decir idéntico, la diferencia es el material con que están hechas y sobre todo, el borde de corte, que las otras coronas son dentadas y en este caso, tiene unas aristas de un material muy duro incrustado en el borde y que es el que se encarga de cortar la cerámica. No se os ocurra usar una broca de corona convencional, o sea, para madera o metal, en cerámica, pues se estropeará enseguida.
Para montar la broca, introducimos en la placa la broca centradora. Esta broca tiene una muesca que sirve para que el tornillo que la sujeta apriete en ese sitio y quede totalmente inmovilizada. Tras apretar bien el tornillo, seleccionamos la corona del tamaño adecuado. En este caso, hemos colocado la menor del juego, que es la que usamos en el post del alicatado.
Basta meterla en la ranura y girarla un poco para que las pestañas que tiene la corona se inserten en su sitio y quede fija. Y sólo queda colocar el invento en el taladro para que esté lista para su uso.
Conviene seguir la regla de oro del taladrado: a material más duro, usar una velocidad menor. Esto es así porque al ser un material duro, el avance será lento y con la fricción se recalentaría y estropearíamos la broca.
Conviene por eso usar la velocidad más lenta que podamos e incluso parar de vez en cuando para que se enfríe la broca y no se concentre todo el calor en el borde de la corona. Así alargamos considerablemente la vida de la broca y nos durará mucho, mucho tiempo.
También conviene no apretar. No por estar apretando contra el azulejo, se hará antes el boquete. Así sólo lograremos desgastar prematuramente la broca e incluso partir el azulejo.
Finalmente, podemos dar algún retoque con la lima que viene en el set para eliminar alguna posible rebaba que haya quedado o incluso para agrandar un poco el orificio si nos viene muy justo.
Como os comenté en el citado post, conviene marcar el centro del sitio a perforar con un punzón o clavo de acero para que la broca no resbale y nos salga el boquete en cualquier sitio. También podemos poner un poco de cinta de carrocero o de cinta americana para marcar con más exactitud y evitar que resbale la broca al tocar el esmalte del azulejo.
En pasados post restauramos una mesa de cocina que estaba bastante deteriorada. La desmontamos, lijamos, pintamos y volvimos a montar. Pero dejamos de lado un pequeño desperfecto que tenía: uno de los cantos del sobre estaba despegado. Lo sujetamos provisionalmente con cinta adhesiva para evitar que se rompiera. Pero ya ha llegado el momento de repararlo.
Como vemos, también presenta un pequeño desportillón que arreglaremos a continuación.
Lo primero es sanear bien la zona a pegar. Debemos eliminar todos los restos de pegamento viejo para garantizar un excelente agarre de la cola nueva.
Empezamos por rascar con una espátula, con lo que logramos sacar bastante pegamento viejo.
Para afinar, recurro al minitaladro con un accesorio para lijar. En un momento dejamos la zona perfecta. No debemos olvidar dar un repaso también al canto despegado. Las dos superficies han de quedar impolutas. Tras lijar, podemos pasar un trapo con alcohol para eliminar restos de polvo y suciedad. Usamos alcohol porque se seca enseguida, desengrasa y limpia.
Para el encolado de la pieza vamos a usar una cola de contacto, que da un resultado muy bueno. Esta cola precisa aplicarla en ambas superficies y después esperar que empiece a secar antes de unir las dos partes.
Asi que empezamos a aplicar con una espátula extendiendo bien y sin que queden zonas sin aplicar.
Esperamos entre cinco y diez minutos y unimos las dos superficies presionando fuertemente. Podemos usar un taco de madera para deslizarlo por el canto al mismo tiempo que presionamos para que quede liso y fuerte.
Finalmente, vamos a proceder con el desportillón. Usaremos una masilla para madera pero que es apta para otras superficies. Tiene fibra, que endurecerá bastante, y su color es bastante parecido al del sobre. Procuraremos dejar un acabado fino para no tener que lijar. Si queremos darlebrillo, podremos darle posteriormente un poco de barniz.
Y ya tenemos la mesa restaurada por completo. Ya solo queda esperar que endurezca la cola y la masilla y darle una limpieza con alcohol para retirar los restos del pegamento de la cinta adhesiva ¡y a disfrutarla!
Hoy vamos a rematar la faena que nos lleva manteniendo entretenidos desde hace varios post.
Ya hemos retirado los azulejos, planteado las tuberías de la forma adecuada, con la toma del agua fría y la caliente en sus sitios adecuados, las hemos soldado y tras comprobar que no hay ninguna fuga de agua, hemos repellado un poco con mezcla. Ahora colocaremos los azulejos.
Como os dije, logré sacar un azulejo entero. El otro es inevitable que se rompa al quitarlo. Así que tenemos que preparar un azulejo con un orificio para que el grifo se pueda acoplar con su correspondiente toma del agua.
Los agujeros en los azulejos no son una cosa del otro mundo. Tampoco hace falta ser un experto. Yo antes los hacía al más puro estilo de albañil con una radial:
Para ello, empezamos por marcar el sitio donde hay que hacer el orificio: se pone un pequeño fragmento de cemento cola fresco sobre el centro del tapón de la toma de agua que se trate y colocamos el azulejo en su sitio procurando meterlo derecho, en posición vertical y desplazándolo horizontalmente. Al tocar el azulejo con la toma de agua, quedará impregnado en ese sitio con el cemento cola. También podemos hacerlo midiendo, pero este es un sistema bastante bueno y que no suele fallar.
Seguidamente, marcaremos en la parte trasera del azulejo, alrededor de la zona a perforar, una zona mayor, en cuyo centro irá el boquete.
Iremos desgastando con la radial uniformemente por esa zona (parte opuesta a la esmaltada). Es conveniente usar un disco bastante gastado para no comernos mas azulejo del necesario por la parte trasera.
Cuando estemos ya casi tocando la parte esmaltada, y ésta es la operación más delicada, ponemos un cincel por detrás del azulejo, con la punta en contacto con la zona del esmalte y con la punta de otro, damos ligeros golpes por la parte delantera que terminarán de romper el esmalte. Al ser el esmalte muy quebradizo, no habrá problema y veremos que poco a poco vamos agrandando el orificio. Podemos seguir agrandando con leves golpes del cincel o con unos alicates de pico de loro, que son específicos para estos recortes.
En mi caso, hace tiempo que vi una oferta de un estuche con brocas de corona y lima para azulejos. Así que escojo la broca más delgada del juego, que parece la adecuada para este trabajo. Marco el azulejo y con un punzón hago una pequeña muesca en el esmalte para que la broca no resbale. También podemos marcar el azulejo colocando un trozo de cinta de carrocero. Así podremos marcar mejor con un bolígrafo el sitio exacto y la broca no resbalará, aunque de todos modos podemos remarcar con un punzón o clavo de acero.
Coloco el azulejo sobre una olla para que quede éste bien apoyado por los bordes pero con la zona a perforar al aire y, una vez colocado bien horizontal, empiezo a taladrar a velocidad lenta.
Cuando veamos que va a traspasar, podemos meter un mártir de madera en la cacerola para evitar que podamos dañarle el fondo.
Si es preciso, daremos algunos retoques con la lima y ya solo queda colocar los azulejos, lechearlos, y poner el grifo.
En este caso, me he limitado a poner varios pegotes de cemento cola sobre el azulejo porque se trata de poner sólo un par de ellos. El procedimiento normal sería poner cierta cantidad de cemento cola en la cara lisa de la llana dentada o plana dentada y se extiende bien por la pared. Con la parte dentada, se peina el cemento cola aplicado para que queden surcos que harán que el azulejo tenga cierto juego para poder ajustarlo. No obstante, muchos albañiles suelen usar el método primero para poner todo el alicatado.
En cualquier caso, tras poner de un modo u otro el cemento cola, colocamos el azulejo en su sitio calzándolo por la parte inferior. Si vemos que no queda derecho por los lados, también podremos calzarlo por uno o ambos lados. Para calzarlos podemos usar palillos de dientes, pequeñas cuñas de madera o plástico o crucetas, si disponemos de ellas. Lo asentamos con unos suaves golpes con la palma de la mano y cuando esté enrasado con los otros de alrededor, volvemos a repasar el calzo para que la llaga quede toda uniforme y el azulejo bien derecho. Podemos dejar los calzos hasta que haya endurecido el cemento cola.
Una vez endurecido el cemento cola, procederemos al lecheado. Normalmente se hace con cemento blanco diluido.
Hay muchas formas de aplicarlo: llana de goma, brocha… yo he usado una espátula, ya que se trata solo de dos azulejos: tomamos un poco del cemento blanco y lo extendemos sobre las llagas procurando que penetre lo más posible. Un truco final es aplicar las últimas capas en diagonal con respecto a la llaga: si pasamos la llana justo sobre la llaga, se quedará mucho cemento en ella sobresalido y si la pasamos perpendicularmente a ella,quedará hundido. Así, en diagonal, quedaran todas las llagas perfectas e iguales.
Cuando empiece a endurecer el cemento cola, podemos pasar un paño o mejor, un estropajo de cáñamo o esparto y frotar con suavidad. Los azulejos quedarán relucientes y las llagas perfectas.
Es un trabajo sencillo pero hay que tener algunas precauciones:
En primer lugar, debemos tener en cuenta que el azulejo es duro, pero al mismo tiempo es frágil y un pequeño golpe puede desportillarlo o incluso partirlo. Hemos de tener mucho cuidado al manipularlo y más por haberle practicado un boquete que lo debilita.
Al hacer el cemento cola, debemos evitar cualquier grumo. Podemos habernos esforzado mucho en no dejar salientes de mezcla, pero si nos queda un grumo de cemento cola, al golpear con la palma de la mano el azulejo, éste se nos partirá fácilmente.
Si las llagas eran muy estrechas, quizá sea conveniente repasar los bordes del azulejo con una lima para cerámica o una radial. Así no entra forzado y quedará mejor.
Sólo queda colocar el grifo de la ducha, que lo vimos en un post anterior.
Pues tarea terminada. No dudéis en consultarme cualquier duda a través de los comentarios.