lunes, 18 de julio de 2011

Poleas para sujetar bici. Reparar soporte de bici. arreglar poleas con holhttp://www.blogger.com/img/blank.gifgura.


Reparar soporte de poleas de bici

Amig@s: Ya os enseñé un soporte para la bici que nos puede servir para poder realizar cómodamente los ajustes precisos.

También os hablé de un sistema anterior que había usado: unas poleas para elevar la bici con vista a dejarla guardada en alto, o bien para mantenerla a una altura cómoda con vistas al mantenimiento y las reparaciones.


El kit tiene dos poleas con ganchos revestidos de goma, para fijar la bici por el manillar y el sillín; dos poleas montadas en soportes, una sencilla y la otra con doble polea y sistema de frenado de la cuerda; y una cuerda con un hierro para sujetarlo a la pared y mantener la cuerda atada a él.


Teóricamente, este sistema de poleas está diseñado para fijarlo al techo con tacos y tirafondos, pero voy a colocarlo en un lugar con el techo muy elevado y me viene mejor sujetarlo a una barra que queda suspendida entre dos estanterías altas y fuertes.


Sin embargo, para fijar los soportes de las poleas a la barra, usé unos alambres. Un sistema muy sólido pero que presentaba algunos inconvenientes:


las poleas quedaban sujetas, pero los soportes no estaban perfectamente anclados a la barra, con lo que tenían desplazamiento sobre ésta al realizar fuerza para subir la bici.


En segundo lugar, la barra está un poco torcida y se quedaba alabeada hacia un lado, con lo que las ruedas de las poleas no coincidían, estaban desalineadas, y la cuerda se salía continuamente de las poleas y se quedaban encajadas en el eje de las mismas, con lo que había que estar siempre con la escalera preparada para colocar la cuerda en su lugar.


En realidad, no deberían de tener holgura las poleas respecto a su soporte, pues ese es el principal fallo: cualquier tirón o movimiento hace que la cuerda se salga, convirtiendo este sistema en un engorro.


Vamos a solucionar en un rato los fallos de este mecanismo y a fijar los soportes debidamente para que la bici suba y baje como debe ser: con comodidad, sin esfuerzo y sin sobresaltos.


Empezamos por desmontar el sistema.



Para eliminar o reducir la holgura entre cada polea y su soporte, voy a usar el tornillo de mesa: introducimos entre las mordazas el soporte y damos un apriete general. Vemos que se ha deformado ligeramente la superficie del soporte y se ha reducido bastante la holgura. Una curiosidad... la marca del tornillo de mesa es la misma que la del soporte... Una mancha de mora se quita con otra... jejejejejeje



Volvemos a dar otro apretón. Esta vez más cerca de la parte superior del soporte de la polea y apretando solo la mitad del mismo.


Tras apretar esta mitad, hacemos lo mismo con la otra. Siempre con cierto cuidado, que las ruedas de las poleas son de plástico y podríamos romperlas.



Ahora vemos que sí que ha quedado la polea bien ajustada, sobre todo por la parte superior, que es donde se quedaba trabada la cuerda. Vemos la diferencia entre una polea sin reparar y la que ya está lista.



Para las zonas donde se estorban las poleas y no entran en el tornillo de mesa, he usado estos alicates, que al tener unos brazos muy largos, hacen muchísima fuerza. Otra opción sería aflojar el tornillo para desmontar la polea de la pieza de fijación al techo, pero me pilló sin mis llaves para tuercas y así logré solucionarlo.


Queda la otra parte de la reparación: lograr que los soportes queden bien fijos a la barra y ésta no se gire, Así podemos ponerla con el combamiento de la barra hacia arriba, haciendo ésta más fuerza cuando tenga el peso de la bici y al mismo tiempo, quedarán todas las poleas bien alineadas.



Se hace mucho más fácil de lo que parece: he cogido una madera procedente de un palé y lo he dividido en trozos de 12 ó 13cm. Antes de cortarlos, voy a hacerle los cajeados, pues con el palo entero es más fácil de sujetar para trabajar la madera.



Señalo la mitad de cada sección le hago una caja de 30X35mm. No me he esmerado mucho porque lo que pretendía era algo rápido y funcional. Así que con la sierra de calar hacía la caja, cortaba esa sección y pasaba a la siguiente.




En un momento estaban todos los trozos preparados. Podría haber hecho más, para todas las parejas de tornillos que tiene el soporte, pero considero que con esto es suficiente.



Atornillamos los soportes a las maderas cajeadas –se me agotó la batería del destornillador eléctrico… no problemo, sigo el taladro- y solo queda colocar la cuerda y montar otra vez la barra en su sitio.


Ahora la bici se eleva con suavidad, sin tirones y sin esfuerzo. Y también podemos bajarla de la misma forma. Además, el sistema tiene un freno de seguridad que traba la cuerda impidiendo que la bici pueda caer de golpe.


Si pensáis recogeros un kit de poleas para vuestra bici, examinad bien las poleas para que no tengan holguras… Aunque parece que la cuerda es mucho más gruesa que la holgura y nunca se va a salir de la polea -hay que considerar que con el peso de la bici, la cuerda se estira y adelgaza considerablemente, al menos ocurre con la mía-.

Y si es así, considerar si merece la pena o si preferís un kit de más precio y mejor acabado.


En cualquier caso, si vuestro caso es el mismo que el mío y ya tenéis el kit comprado… en eltallerdecarlos.com ¡Todo tiene arreglo! Jejejejej.


jueves, 14 de julio de 2011

Pollo de vencejo 2: la historia se repite. Salvar pollo de vencejo.


Pollo de vencejo 2: la historia se repite



Amig@s: Ya vimos como en otra ocasión me encontré un pollo de vencejo caído del nido. Lo recogimos, alimentamos y cuidamos hasta que estuvo a punto para volar.


En esta ocasión me he vuelto a encontrar otro pollo de vencejo en el suelo, aunque hay algunas diferencias: El animal está mucho más desarrollado y seguramente ha caído del nido por haber echado a volar justo antes de estar completamente preparado. No obstante está casi completamente formado, solo le falta por desarrollar un poco más las alas.


Quizá lo suyo hubiera sido poder colocar el pollo en su nido, para que los padres siguieran alimentándolo hasta su completo desarrollo… Pero el nido estaba a bastante altura, totalmente inaccesible y al ser una estructura metálica llena de nidos, es imposible saber exactamente de qué parte se ha caído.


En segundo lugar, cayó en el suelo. Dudo mucho que los padres se arriesgasen a posarse en el suelo. Es bien sabido que los vencejos son magníficos voladores, pero sus cortas patas no les sirven para posarse en el suelo, tan solo para aferrarse a algún saliente de la pared.


En tercer lugar, el sitio donde fue a parar es bastante transitado, con lo que si era difícil que los padres bajasen al suelo, con la gente pasando es mucho más improbable todavía.

Y con la posibilidad que algún niño, gato suelto, una gaviota o incluso una rata –por mucho empeño que pongan, jamás acaban de eliminarse de las ciudades- acabasen con él.


Así que me decidí a cogerlo y llevarlo a casa para que terminase de desarrollar las alas y poder incorporarse con los suyos.



A diferencia del otro pollo, que enseguida se aferró a mi ropa y acogió nuestros cuidados y alimentación con entusiasmo, éste se mostraba muy arisco y reacio a comer de nuestra mano y sólo mostraba temor ante nuestra presencia.


Por un lado, es desagradable ver que cuidamos a un animal y éste no muestra ningún tipo de gratitud por ello. Sin embargo, casi nos alegra esta actitud porque así no volará hacia alguna persona cuando lo liberemos. Se siente salvaje y eso me parece positivo.


Desde que llegó a casa, hemos tenido que darle la comida a la fuerza. Solo acepta beber de una jeringa cuando se la acercamos al pico. Pero la comida la rechazaba a no ser que se le entreabra el pico y se le introduzca dentro.



Al final, la mejor forma que mi mujer encontró para que comiese sin forzarlo fue acariciándole el cuello y el costado con una mano mientras con la otra le ofrecía la comida, que en este caso es carne de cerdo picada y mezclada con un poco de cáscara de huevo cocido machacada muy fino.

Ocasionalmente, disfrutaba comiendo alguna mosca que le ofrecíamos, pero como en mi casa hay mosquiteras en todas las ventanas, esa dieta era bastante escasa, pese a ser lo más natural..


Al principio, se movía muy poco: casi todo el tiempo estaba quieto.



Tras varios días en casa, ya reaccionaba cuando lo poníamos en la terraza o tras una ventana desde la que podía oír a otros vencejos y trataba de alzar el vuelo.



Pese a que ya tenía las alas más largas y se le cruzaban por los extremos, queríamos asegurarnos que estuviese totalmente preparado par a el vuelo antes de soltarlo, aunque por otra parte queríamos tenerlo el menor tiempo posible para no interferir más de lo debido. No deseábamos que se acostumbrase a nosotros y después no supiese defenderse por sí mismo.


Tras unos días, se le veía cada vez más nervioso, con más anhelo de acceder a las ventanas. Llegó a romperse dos plumas de las alas al golpearse con objetos de la casa… Teníamos que ponerlo en un lugar con poca luz y tranquilo para que estuviese quieto… Así que decidimos que era el momento de dejarlo volar, pues si lo reteníamos más tiempo sería contraproducente ya que podía llegar a romperse un ala o, simplemente, perder más plumas y verse imposibilitado para el vuelo.


Por otra parte, ya era capaz de despegar por sí solo desde el suelo y ascender hasta llegar a algún obstáculo, con lo que pensábamos que ya estaría bien preparado para el vuelo.


Así que esperamos al día siguiente –hoy-, pues ayer hizo viento de poniente en Málaga. Viento muy cálido y seco (aunque no tanto como el llamado viento de terral) y apenas se veían vencejos volando.

En cambio hoy hace un día más fresco y húmedo y el cielo está plagado de vencejos. A las siete y media de la mañana, cuando había más actividad de vencejos en vuelo, lo llevé a un lugar cercano a donde lo recogí, despejado y sin tráfico rodado, y dejé que alzara el vuelo.


En esta ocasión, no salió como un cohete hacia arriba, como hizo el del año pasado… pero fue ascendiendo lentamente en línea recta. Esquivó un obstáculo y ya empezó a volar en círculos ascendentes, cada vez más seguro, confundiéndose con los demás vencejos que volaban por doquier.



A todo esto, ayer por la tarde encontramos otro pollo de vencejo muy cerca de donde encontramos el anterior. Éste si aceptó de buen grado que lo cogiésemos y se le veía mucho más dócil.



Al poner juntos a los dos vencejos, el primero se puso muy nervioso. En vez de aceptar de buen grado la compañía, se mostraba aún más deseoso de escapar. Tuvimos en ponerlos a dormir en cajas separadas.


Por suerte, ya sólo queda uno que espero pronto esté en libertad. Se ve de tamaño similar al otro, aunque por el plumaje tiene aspecto de ser algo más joven. También se le ve los extremos de las alas curvados y cruzados, con lo que no creo que tarde mucho en volar.


A todo esto y en vista de la gran cantidad de comentarios que hay en mi entrada sobre el vencejo, voy a dar algunos consejos:


En primer lugar, tenemos que ser conscientes desde el momento que acogemos a un vencejo enfermo o desvalido, que es un animal salvaje que ha de ser devuelto a su medio en cuanto esté preparado para ello.


De modo que hemos de evitar en la medida de lo posible encariñarnos con él. Debemos cuidarlo: darle las comidas que precise; protegerlo… Pero no debemos jamás empezar por ponerle nombre, acariciarlo, hablarle, etc. pensando que así estará más contento…

Es un animal salvaje y así lo único que lograremos es domesticarlo y que después no pueda desenvolverse en su medio, aparte que nosotros sufriremos por el lazo afectivo que hemos creado (salga adelante o no). Debemos ser los más fríos que podamos.


Tenemos que poner todo nuestro empeño en sacar al animal adelante. Pero puede que esté enfermo, que haya sufrido alguna lesión interna o que haya comido algo tóxico… Es posible que no logre superarlo… Pero no hay que hacer de ello un drama. No debemos culparnos por no haberlo podido lograr.

Lo importante es haberlo intentado.


En los comentarios y mensajes que me han enviado muchos lectores -los cuales aprovecho para agradecer-, se ve pequeñas tragedias.

Por una parte, manifiestan el interés y esperanzas que habían depositado en ello. Pero por otro lado, también se destila una gran amargura por no haberlo logrado. Por eso, insisto, aconsejo que no nos encariñemos con nuestro invitado en la medida que nos sea posible.


Puede que el vencejo del año pasado ascendiera hasta agotarse y cayese después como una piedra… Puede que el que liberé esta mañana no sepa desenvolverse, comer por sus medios y acabe en un rincón devorado por un gato… Pero prefiero pensar que el instinto guió a estos pájaros y ahora disfrutan de su libertad gracias a los cuidados de mi mujer y los míos.


Os recomiendo –si tenéis la oportunidad de rescatar a un pollo de vencejo desvalido- que lo acojáis y cuidéis. Puede que no salga adelante por tener alguna lesión o enfermedad. Puede que nunca sepamos si logró sobrevivir en libertad…

Pero nos quedará la conciencia tranquila por haber hecho lo posible, lo que estaba en nuestra mano para tratar de salvar a alguno de estos bellos pájaros, por otra parte, tan beneficiosos para nosotros mismos por la cantidad de insectos que devoran diariamente.

Os animo nuevamente, a comentar vuestras experiencias en la sección de comentarios para que todos nos enriquezcamos con ellas y aumentemos así la posibilidad de éxito. Asimismo, os animo a que preguntéis cualquier duda. Sin duda yo, u otro lector del blog os podremos ayudar.


domingo, 3 de julio de 2011

Cuidar paloma. Salvar pichón ahogado.


Paloma rescatada de la muerte:



Amig@s: No suelo poner entradas sobre animales. Aunque he de reconocer que los post que dediqué al vencejo han sido de los más comentados… Y que no es porque no me gusten los animales, que tengo dos estupendos perrillos, he criado canarios y he tenido varios animales de diversas especies….

Pero es algo que se sale del tema del blog y por ello no suelo dedicar tiempo a preparar este tipo de entradas.

Sin embargo, al igual que pasó con el vencejo, me he visto un poco forzado por las circunstancias.



Veréis estábamos dando un paseo el domingo por la mañana y vimos en una fuente, por la que pasábamos casualmente para hacernos unas fotos, una paloma dentro del agua.


Mi mujer fue la que la vio primero y me avisó… Yo pensaba que el pobre animal estaría muerto y que me avisaba para que no la vieran los niños…. Pero para mi sorpresa vi que se movía.



La saqué enseguida del agua y la puse al sol sobre una tapa de registro negra que estaba caliente.


El pobre animal apenas se movía y los pocos movimientos que hacía, con espasmos de cuello, indicaban que poco le faltaba para haber agonizado.


Estaba recostada, pues se veía que no tenía fuerzas para sostenerse sobre las patas y al tratar de moverse en un par de veces se puso patas arriba… Realmente pensaba que no sobreviviría, que ya estaba agonizando.


Ni siquiera fue necesario consultarnos: creamos una base de periódicos en el cesto inferior del cochecito del niño, pusimos la paloma en él y fuimos enseguida a casa.


El estado del bicho seguía siendo lamentable al llegar a casa y ponerla al sol. De hecho, parecía tiritar y seguía con los espasmos del cuello, que le hacían realizar movimientos como si dijese que no o que sí con la cabeza. Posiblemente llevaría dentro de la fuente desde la noche anterior y era casi un milagro que no se hubiese rendido y siguiera en el agua con la cabeza fuera cuando la encontramos.


Tras un primer examen, vimos que aparentemente no tenía nada mal: las patas y las alas estaban bien, no presentaba ningún abultamiento que indicase una lesión interna. Y parecía una paloma joven, apenas un pichón que había arrancado en su primer vuelo, aunque ya con el pico casi totalmente formado.

Seguía con sus convulsiones de cuello y apenas se sostenía por sus propias patas…



Pero no desistimos y le dimos un poco de pan mojado. Por supuesto, la paloma no quiso comer por sus propios medios: estaba agotada. Así que le entreabrimos ligeramente el pico y le pusimos trocitos de comida. Las tragaba con avidez.




Le dimos varias pasadas con un secador de pelo y la pusimos bajo un cajón de verduras de una nevera desechada, que usamos a modo de jaula-enfermería. Al ser de alambre, forma una especie de jaula cuando se coloca boca abajo. Eso sí queda abierta por la parte trasera. Pero la pusimos contra la pared dejando esa zona tapada. También le tapamos una zona superior trasera para que se encontrase más segura y protegida. Inicialmente, le pusimos como base una tela.


Al rato, el aspecto del animal había cambiado por completo. La seguimos cebando con una pasta hecha con semillas procedentes de pienso de aves molidas y mezcladas con algo de pan y agua. A media tarde, ya comía por sus propios medios.

La dejamos con algo de comida y agua. Y le pusimos unos papeles de periódico en el suelo para su comodidad e higiene.


Yo pensaba dejarla en libertad esa misma tarde, pero la metimos dentro de la casa, la soltamos y ni siquiera cuando los perrillos se acercaron a olisquearla y se asustó, alzó el vuelo. Por otra parte no tenía ningún hueso roto. Un ala le colgaba un poco más que la otra, pero podía abrirlas normalmente.


Imagino que tras su larga lucha por la vida y haber agotado todas sus fuerzas, los músculos que le permiten volar estarían sin energías y necesitaría algo más de tiempo para recuperar sus fuerzas. A fin de cuentas se trata de un pichón. Y, aunque totalmente desarrollado, quizá aún no supiese volar bien. Decidimos probar sus fuerzas todos los días para soltarla entre sus congéneres en cuanto la viésemos capacitada para el vuelo.


Ya al día siguiente, era capaz de comer por sí sola las semillas enteras y se mostraba vivaz y curiosa.


Continuamos con la rutina de dejarla en la improvisada jaula, en la que estaba a salvo de las gaviotas –que en esta época cazan pollos de vencejos y palomas para alimentar a sus pollos- y al mismo tiempo le daba el aire y el sol. Durante un par de veces al día, la metíamos en casa para que no se sintiese encerrada y para que pudiese moverse.


Nosotros procuramos evitar cogerla más de lo imprescindible cuando la teníamos en casa, para evitar que se acostumbrase demasiado a nosotros. Esto es algo muy importante que queremos que el animal que estamos cuidando no se domestique y sea después incapaz de vivir por su cuenta llevando una vida independiente.


Si os pasa algo similar, no dudéis en tratar de salvar al ave, pero os quiero hacer algunas recomendaciones:

Evitad tocar el animal con la manos desnudas. Estas aves son silvestres y son portadoras de enfermedades. Si podéis usar guantes o usar alguna tela o plástico para manipularla, mejor que mejor. Y no olvidéis lavaros bien las manos tras la manipulación.

Si se trata de un ave protegida –a mí en una ocasión me entró un joven cernícalo por la ventana-, poneos en contacto inmediatamente con la autoridad competente. Por tratar de hacer un bien podéis meteros en un lío si no lo hacéis así. Puede que os digan que sigáis con los cuidados si ellos no pueden hacerse cargo, pero jamás acojáis un animal protegido sin el conocimiento y consentimiento del organismo pertinente.

Si no os veis capacitados para haceros cargo del cuidado del animal, no lo dejéis abandonado a su suerte… A la vuelta de la esquina puede estar paseando alguien que sí desee o pueda aportar su grano de arena: comentadlo con las personas que veáis en vuestro camino.




Seis días después, el sábado, decidimos que el animal estaba listo para integrarse nuevamente en su medio y la llevamos al parque donde la recogimos, donde sin duda reconocería su lugar natal, o le resultaría al menos familiar el entorno, y nos sentamos en un banco. Echamos unas migas de pan y semillas y acudieron las palomas. Abrimos con cuidado la caja y dejamos que nuestra invitada saliese por sus medios.



En poco tiempo estaba comiendo junto a sus compañeras como una más.



Espero que esta paloma –que salvamos de una muerte segura- Se integre perfectamente.

¡Suerte, paloma!